El peor escándalo desde el de Barreiro

La Operación Campeón es corrosiva, pues salpica a los tres partidos, acabó con dos diputados, llegó a la Moncloa y llevó a un alto cargo de la Xunta al calabozo

Desde 1988, cuando el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) procesó por prevaricación y cohecho el vicepresidente de la Xunta Xosé Luís Barreiro Rivas, no había en Galicia un escándalo de corrupción de la magnitud de la Operación Campeón. En apenas cinco meses ha provocado la detención durante dos días de un alto cargo de la Xunta, el director general del Igape Varela de Limia, y la dimisión de dos diputados autonómicos de dos partidos distintos, investigados por cohecho y tráfico de influencias, el popular Pablo Cobián y el nacionalista Fernando Blanco, además de haber llegado hasta la Moncloa, al alcanzar al portavoz del Gobierno, el socialista José Blanco, objeto como los otros dos políticos de las acusaciones del empresario Dorribo, desmentidas por todos ellos.

En 1978 Lawrence Sherman estableció las seis fases del escándalo político: revelación, publicación, defensa, dramatización, procesamiento y estigmatización. En este caso la revelación se produjo en la investigación judicial, producto de las escuchas telefónicas y de la declaración del principal acusado a cambio de la libertad. Y la publicación la hizo El Mundo, uno de los cuatro diarios de Madrid que compiten por ser el periódico de referencia de la derecha. La forma de difundir la información marcó el juego político, ya que nada sería igual si primero se hubiera conocido que el TSXG investiga desde julio al popular Cobián.
Cobián dimitió de inmediato, tras una reunión en el Parlmanento con sus jefes del PP. Pesaba sobre él el vínculo del patrocinio de Dorribo a las carreras de karts de su hijo. La secuencia temporal indica que contra Cobián puede haber algo más que la acusación de Dorribo, pues el TSXG informó que le investiga desde “antes del verano”. Falta por aclarar por qué en el Parlamento no se conocían estas diligencias.

Después renunció el nacionalista Fernando Blanco, sobre el que pesa otro vínculo con Dorribo, para quien trabajó su ex jefe de gabinete al salir de la Xunta. Blanco tenía además el problema de figurar en las listas del Senado, lo que demuestra el déficit de cabezas pensantes en la actual dirección del Bloque. Pero el BNG estaba a tiempo de cambiar la candidatura y no le quedaba otro remedio que hacerlo, lo que llevó al ex conselleiro a dejarlo todo.
Mientras en el caso del nacionalista el TSXG comenzó esta semana a instruir las diligencias, en el del socialista no consta ninguna acción judicial, que tendría que hacerse en el Supremo, porque es ministro. El vínculo de José Blanco con Dorribo está en la famosa reunión de la gasolinera de Guitiriz, que parece un lugar sórdido visto desde la Castellana, pero no deja de ser un punto de encuentro habitual en Galicia. La cuestión no es dónde fue la reunión, sino con quién, pues revela que el ministro ha sido poco selectivo en sus relaciones con el empresariado.

Por más que resulte difícil de creer que un ministro que adjudica cientos de millones esté implicado en un caso de corrupción de tan bajo nivel, José Blanco está en una situación muy incómoda. Ahora prueba la medicina que él le aplicó al PP con Gürtel.
En una hábil jugada tras la implicación de Cobián, los populares se defendieron atacando y sacrificaron un peón. En el Parlamento Cobián era el palmero, el diputado que marcaba los aplausos a Feijóo, que ha aprovechado para poner en jaque al rey del socialismo gallego.

Un clamor para investigar qué sucedió en las cajas

En esta página ya se defendió el 13 de marzo la creación una comisión de investigación parlamentaria sobre las cajas. Tras conocerse las millonarias indemnizaciones de los ex directivos los motivos se han multiplicado. El BNG y el PSOE ya la han solicitado en el Parlamento, mientras el PP dice no querer perjudicar al proyecto de Castellano al frente de NCG Banco. Pero lo tiene muy difícil para votar en contra.

Pachi gana el pulso, Blanco cede y el PSdeG se desangra

Pachi Vázquez aprovechó la oportunidad que le brindaba la Operación Campeón para salir victorioso del pulso de las listas del PSdeG, si bien a un coste muy alto. La amenaza de dimisión del secretario general de los socialistas gallegos si no se imponía su criterio se volvió todavía más peligrosa para Blanco después del escándalo de esta semana, ya que si hasta el martes ya era muy negativo para él que apareciese en toda España la noticia de una grave crisis interna en su territorio, en este momento resultaba inasumible.

Acampado en la sede central de la calle madrileña de Ferraz, Pachi logró que no le tocasen la lista de Ourense ni al Congreso ni al Senado, con lo que salva como cabezas de lista a sus dos lugartenientes, Laura Seara y Miguel Fidalgo, a costa de la ex ministra Elena Espinosa, respaldada por el alcalde de Ourense, Francisco Rodríguez, que al final salió malparado en su pugna con Pachi. E incluso éste puede conseguir que parezca que se va a aplicar en las Cortes la norma de un militante, un cargo, aunque está por ver que así sea, ya que en esta última legislatura varios representantes gallegos la incumplieron.

“Hay que rebajar la tensión. Después del 20 de noviembre se hará lo que se tenga que hacer”. Este fue el mensaje que Blanco había trasladado al socialismo gallego antes incluso de que El Mundo le implicase en la Operación Campeón. Al final el portavoz del Gobierno y vicesecretario general del PSOE se ha enmendado a sí mismo, porque en septiembre afirmó en Santiago que Espinosa estaría en las Cortes Generales, lo que para garantizarlo le obligaba a situarla de primera al Congreso o al Senado.

El único cambio que ha efectuado Blanco en Madrid sobre las listas enviadas desde Galicia tiene por objeto cumplir un compromiso personal del ministro con el ex alcalde de A Coruña, Javier Losada, para que vuelva a figurar como primer candidato al Senado. Se trata de un movimiento peligroso electoralmente para los socialistas, por la muy mala imagen que tiene el ex alcalde en la ciudad en la que acaba de sufrir una histórica derrota frente al PP.
Como ya había sucedido en la crisis del PSdeG de la pasada Navidad, Pachi gana en la medida en la que se mantiene en el cargo después de tambalearse. Pero el principal vencedor es Feijóo, ya que se cumple su deseo de que al frente del principal partido de la oposición siga un rival que no le hace nada de daño y que cada vez está más debilitado. El pulso de las listas ha abierto dos nuevas y profundas brechas en el socialismo gallego, las que separan a Pachi con los alcaldes de Vigo y Ourense.

Y de nuevo ha sido Blanco quien salvó a Pachi. Los últimos acontecimientos indican que el ministro no tiene tomada una decisión sobre su futuro, sobre si desembarca en la política gallega. Y esta semana se le complicó su test electoral de la provincia de Lugo, en la que necesita conservar los dos escaños del PSOE.

Los numerosos críticos con Pachi se preparan para intentar derribarlo a partir del 20 de noviembre, aunque de momento siguen desunidos y carecen de alguien que aglutine la alternativa.

Comentarios