El percebe de Jaruzelski

Hay amores que matan. Pero en el asunto de la Infausta Cristina no va a ser así: Urdangarín ya gozaba de una extraordinaria salud cadavérica, fiambre exquisito y de buena planta. A Urdangarín primero lo hicieron filetes y luego lo pasaportaron a Washington. Fue comenzar a colear lo del Instituto «Nóos» (que era más bien el instituto «Elloos») y Don Juancar lo facturó como facturó aquel sicópata inglés el cadáver troceado de su suegra en la londinense estación Victoria. Al general Jaruzelski, el último dictador comunista de Polonia, su mujer también quiere pasaportarlo porque dice que entró en la habitación del hospital, donde él convalecía, y se encontró a la enfermera con la cabeza bajo las sábanas de su cama. Esta señora ha debido sufrir un error. La enfermera buscaba el gotero, mayormente porque el general tiene noventa y dos años y con esa impedimenta la erección más probable se asemeja a un percebe atrófico de los que pugnan por desarrollarse en Tambo frente al emisario de Celulosas. El amor sobrevenido de las mujeres jóvenes por los hombres «inserso» siempre ha estado preñado de una descomunal sinceridad sentimental, como el de aquella que decía amar a Di Estéfano cuando don Alfredo reconocía que su atractivo residía en los niquelados de su silla de ruedas. O el de Marina por la palangana de Camilo, que fue uno de los amores más sinceros de la historia de la literatura. A veces, tanto quieren que terminan demostrando su amor estampándole un sartenazo en la cabeza al jubilado. Pero volviendo a los percebes. Elena Valenciano ha dicho que, para Europa, el Psoe va a presentar una lista «grande y potente». Literal. Pero vamos a ver, Doña Elena: ¿se refería usted a una lista de las de toda la vida o al cipote de Nacho Vidal? Como sigan ustedes así más que un candidato electo van a presentar un candidato erecto. Ante confusiones de ese tipo, invoque un problema de agenda, que mola y queda creíble. «¿Doña Elena, cierto que la envían a Europa porque allí se vive muy bien y Rubalcaba, que tiene menos futuro político que el alcalde de Lugo, quiere dejarla bien situada?» Y doña Elena «lo siento, no voy a contestar, tengo un problema de agenda». Quien no tiene problemas de agenda es uno -luego dicen que no hay trabajo, cuando hay quien incluso decora pomposamente su puesto- que en una entrevista en la prensa se presenta como «Ilustrador creativo y gurú de la estética Underground». ¡Joder! Casi nada. Estábamos desayunando y al leerlo yo en alto, mi suegra me miró y dijo ¿y eso, dónde se estudia? Entonces le expliqué que la empanada no se estudia, que la empanada es un don: se tiene o no se tiene. Y añadí que el maestro Ibáñez, el de Mortadelo y Filemón, que solo era dibujante -solo-, al lado del «ilustrador gurú» este no podía ser más que un don nadie, un mierda. Un ninguén, vamos.

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