El secreto de Brasil se llama defensa

Brasil no tuvo rival. De hecho, aún no lo tuvo en todo lo que va de Mundial y parece que la causa radica más bien en el brillante entramado defensivo diseñado por Dunga que en la pura casualidad futbolística. A falta de demasiado talento en tres cuartos de campo, otrora en stock en la canarinha, el técnico ha conferido al equipo un rigor defensivo digno de Italia, espolvoreado con brevísimas pero letales pizcas de magia que emanan de las botas de Robinho y Kaká. A Luis Fabiano sólo le queda remachar, que por cierto lo hace muy bien desde su estética heterodoxa.
 
En una eliminatoria que guarda muchas similitudes con la que disputarán Argentina y Alemania, brasileños y holandeses se batirán por un puesto en las semifinales, llegando los segundos con mejor ritmo ofensivo y los primeros con una contundencia rematadora abrumadora. Hasta ahora los de Van Marwijk han encontrado huecos entre las zagas rivales para aprovechar la verticalidad de Robben y de Van Persie, y el esfuerzo conmovedor de segunda línea de Sneijder y Kuyt. En el medio, la solidez de un De Jong disfrazado del Marcos Senna de la Eurocopa y la veteranía de Van Bommel son el contrapunto de equilibrio necesario para no desmoronarse en las oleadas ofensivas de sus finalizadores.

En Brasil, un desapercibido Julio César, guardián por fin digno del arco carioca tras una suerte de Didas, aparece siempre sobrio cuando el rival consigue penetrar el muro infranqueable que conforman Lucio, soberbio, y Juan, oportuno. Con la ayuda en el flanco derecho de Maicon, un superdotado físico y técnico de irrupción tardía, la endeblez de Bastos en la siniestra no parece tanta. Por ahí, no obstante, tendrá que atacar Holanda, a la espalda de los laterales cuando estos suban, aunque ya no lo hagan tanto como en tiempos de Cafú y Roberto Carlos.

La otra batalla, la del centro del campo, pasará por la capacidad de la medular brasileira por surtir de balones al espacio del diez, allá por donde aguardan Kaká y Robinho con su chistera. Si el balón no les llega, Holanda habrá hecho mucho, habrá amputado el foco del peligro.

Un apunte final y de justicia pasa por el agradecimiento a la labor de Eslovaquia y Chile, inesperados animadores del campeonato, sobre todo en el caso del primero que eliminó a Italia en un partido memorable. Como suele suceder en estos casos, un puñado de jugadores que destacan en el Mundial asomarán su cabeza en alguna de las grandes ligas. Recuerden, por ejemplo, a Vlaovic, Kouba o El Hadji Diouf, que ficharon por Valencia, Deportivo y Liverpool tras sobresalientes campeonatos. Ahora es el turno de Stoch, Weiss, Medel o Alexis Sánchez.

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