El tocomocho

Madrid debería ir al psiquiatra: mientras en otras latitudes buscan cómo hincarle el diente a la pavorosa crisis, aquí seguimos de fiesta.

En Moncloa justifican sus carcajadas, su champán a todas horas, con las últimas encuestas para consumo interno: la mayoría de los ciudadanos culpan ya a Estados Unidos del caos económico, lo que permite coger aire a Zapatero, que estaba al borde del ahogo; ya no se le reprochan sus mil errores, pues la teoría del enemigo exterior es un caramelo demasiado dulce para resistirse a él.

Una vez más la gente es manipulada por los aparatos de poder.

Carla logró esta semana llevarme a una vidente, “encontrarás a muchos conocidos”, y allí alterné con empresarios que acudían a descifrar su futuro económico, políticos que pretendían saber si conservarán su chófer y su amante, marquesas de vagina alegre, periodistas de lengua bífida, toreros de testículos inflados por la silicona, artistas y demás letras mayúsculas de la fauna cortesana.

Como yo detesto el futuro y sólo quería comprobar cuán desquiciada está la sociedad, la pitonisa sacó unas copas y estuvimos riéndonos media hora de unos y otros. Carla, que de cintura hacia arriba todavía cree en las personas solemnes, asistía sorprendida a semejante radiografía de nuestra clase dirigente hasta que ella misma contó que un famoso empresario le ofreció pasar un fin de semana en su barco a cambio de un Mercedes. “Me confundió con una buscona, pero lo más indignante es que me ofreciese un coche de esa marca: qué hortera.”

Le sugerí que denunciare el caso a la ministra Bibi, que acaba de anunciar un plan para apartar de su oficio a las trescientas mil prostitutas que en España hay: les ofrece dinero si lo dejan, aunque Solbes nada sabe del asunto y no parece dispuesto a semejante gasto, pero también les pide, en clara invitación al suicidio, que denuncien a los jefes mafiosos que las controlan. Podríamos reírnos un rato a costa de esa ministra, pero en realidad el plan no es suyo: es el mismo que hace dos años elaboró el equipo de Rubalcaba y fue desestimado, que ahora le han pasado a Bibi para demostrar que su ministerio tiene contenido.

Carla cuenta que la joven ministra está muy contenta, pues hasta hace poco pasaba las mañanas bailando sevillanas con sus altos cargos, pero que ahora trabajan mucho preparando una Ley del Aborto que sea realmente avanzada. Y muchos recuerdan que Zapatero frenó un intento anterior de una ley de plazos, y que esta vez hará algo más sutil: requerir el informe de Dívar, nuevo presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. “¿Crees que Dívar...?” Yo nada creo, pero nombrar para ese cargo a un clerical que se ha pronunciado claramente contra el aborto no parece la mejor garantía de que los esfuerzos de Bibi lleguen a puerto.

-¡No hay derecho, usted confunde a Zapatero con Mefistófeles!

Punto uno: los lectores no deben interrumpir las columnas, entrar opinando sin aviso previo. Está bien que me insulten, que me denuncien, que hagan su real gana, pero después, no en mitad de un pensamiento profundo. Y punto dos: Zapatero es un político y como tal aspira a conservar el poder; una ley sobre el aborto, como lo de las prostitutas, lo de la eutanasia y otras, sirven para fidelizar el electorado progresista, para marcar distancias con Rajoy y sus mujeres (Soraya, Cospe), éstas dispuestas a suscribir esos cambios, pero imposibilitadas de hacerlo porque su partido no se lo permitiría.

Zapatero, un artista en disparar salvas, lo mismo impulsa estos avances (sin fecha de aplicación, desde luego) que pide en la ONU la abolición mundial de la pena de muerte y el fin del hambre. ¿Cómo no estar de acuerdo con persona tan bien intencionada?

“Un sándwich de aire”, resumió un asistente su intervención en el neoyorquino Waldorf ante directivos de multinacionales, casi todas con intereses en España; acudieron sólo dos presidentes y dos consejeros-delegados, los demás eran ejecutivos, pero enseguida comprendieron todos que aquello era un mitin, no un encuentro serio, por eso aplaudieron correctamente al final, algunos le dieron unas palmadas y se fueron. En fin, amigos, es lo que tenemos.

Claro que la alternativa no brilla por su listeza: el PP ha convocado un concurso de vídeos sobre la crisis económica y ¿sabéis el premio? Una comida con Rajoy, nada menos. ¿Creerán que Don Mariano es Brad Pitt o Scarlet Johansson? Conozco a un concursante que al saber el premio quiso retirar su video; no se lo permitieron y ha huido.

Luego está lo de Esperanza, incansable: no contenta con privatizar el agua que consumen los madrileños, se ha lanzado sobre el presidente de Cajamadrid para sustituirle por otra persona más obediente, aunque de momento ha tenido que aplazar el golpe, y ha inaugurado un magno Teatro del Canal con una cuchipanda que ha costado más de un millón de euros (por supuesto que a la sonada inauguración ha seguido el cierre del edificio, pues las funciones no comenzarán hasta 2009).

Su golpe de efecto: nombrar para dirigirlo a Boadella, el gran bufón de Els Joglars, que en los últimos montajes había mostrado una notable decadencia. Es ley de vida, Albert, como las siestas que desde hace poco se apoderan de Solbes, esté con quien esté.

Conmocionado todavía porque los socialistas aragoneses hayan decidido convertir el catalán y el aragonés en lenguas oficiales de esa Comunidad Autónoma, me dice Carla que se ha creado el Defensor del Moroso; será para agudizar la crisis, supongo.

Pero en la noche, cuando todos los besos son pardos, me cuenta mi joven amiga que Marichalar está triste: la revista Época publica en portada que la Infanta Elena ha pedido la anulación de su matrimonio porque él consume cocaína. Nunca lo había creído, aunque lo juraban, pero publicado así...Y Leticia, qué vida, operada de nariz, mandíbula y pechos en la Ruber Internacional. De la risa me escacho.

Comentarios