El triunfo de un soñador

Era una cena cualquiera, entre personas que compartían la misma ilusión: consolidar la primera liga de fútbol sala femenino de Pontevedra y su comarca, que se había puesto en marcha superando obstáculos, el rechazo de la federación y las trabas de alguno que ahora saca pecho. En los postres alguien dejó una frase para la posteridad: “Algún día el Combarro luchará por ascender”. El comentario generó incredulidad por parte de algunos y risas, en su gran mayoría, por parte de otros. Pero el que la había pronunciado estaba muy en serio. Pronto demostró que aquello no era un brindis como consecuencia de la juventud sino la afirmación de un sentimiento. Juanjo García ha demostrado que el camino puede ser largo, pero siempre hay un final. Hace dos temporadas vivió la cara triste del deporte, la decepción por la derrota cuando lo tenía todo a favor, pero en ese momento supo tomar decisiones, al igual que la pasada campaña, rectificar los errores y recuperar el rumbo adecuado. La clasificación para el play off del Poio, es por encima de todo, el triunfo de un club, sus dirigentes y una afición excepcional, pero también de todos aquellos que lucharon para que ser mujer y querer jugar al fútbol sala en Pontevedra no fueran incompatibles. Juanjo tiene un mérito mayor, el de la constancia; porque mientras otros se apartaron por unas causas u otras él siguió. Lo hizo para crecer, a veces con demasiada prisa, pero nunca traicionando sus sentimientos y su deseo: que Poio se sintiera orgulloso de un club que desde su puesta en marcha ha sido diferente. Atrás, muy atrás, queda la época en la que Juanjo entrenaba a un grupo de niñas en los maratones, pero aquel espíritu sigue vivo. El espíritu de los que no esperan a que las cosas sucedan por casualidad sino que trabajan para que ocurran. Aquellos que cuando caen se levantan, por eso hay besos y besos y el que el sábado se dio con su mujer, al poco de terminar el partido, delata que parte del sueño se había hecho realidad.

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