Forzáns, el Castel Gandolfo de Farruquito

PONTE CALDELAS. Un lugar de retiro pacífico en el que comer ‘bazofia’ y poder hurgar con la nariz en donde le dé la gana sin ser molestada. Si pudiese hablar, esa hubiese sido la petición de ‘Farruquito’, la cerda vietnamita que hace poco más de un año se quedó abandonada en la carballeira de Caritel cuando su dueño, Miguel Montoya fue desalojado de la vivienda social que el Concello de Poio le había alquilado en Ponte Caldelas de modo ilegal.

En el dramático contexto del desalojo de una familia sin recursos, que no era culpable del error de quién le estaba prestando auxilio social ni del rechazo suscitado con su llegada a Caritel, el animal se hizo involuntario protagonista. En la fecha del desahucio, la familia Montoya, para evitarse la vergüenza o el mal rato, ya había partido hacia O Vao, el barrio del que provenían y en donde encontraron una solución provisional a su falta de vivienda. Ante la ausencia de personajes con los que ilustrar el desalojo, allí estaba la cerda vietnamita, -que en ese momento fue ‘bautizada’ como Farruquito, aunque, realmente se llama Bola, pues es hembra-, para quedarse con los flashes y las cámaras. Miguel Montoya explicó a los vecinos que al lugar al que iba no podía llevar al animal ni a sus perros. Quedaron a cargo de un vecino con el que tenía buena relación la familia, pero que no podía más que darles un cuidado provisional. Bola estuvo a punto de ser víctima del abandono, pues, entre otras cosas, se quedó varias semanas invernales a la intemperie y corría el peligro de ser atropellada en cualquier momento en uno de sus viajes por Caritel.

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