EL ANÁLISIS. Francia, el clavo ardiendo al que se ha agarrado Tsipras

Ante una Europa recelosa, Grecia tiene en la Francia del socialista François Hollande a un aliado de circunstancias, que ha defendido a Atenas por convicción, pero también empujado por una opinión pública poco entusiasta de la austeridad.

Pese a que su pérdida de relevancia en el eje franco-alemán es evidente, más aún cuando se tratan cuestiones económicas, París ha querido ejercer desde el comienzo una función moderadora y se ha reservado el papel de guardián de las esencias de Europa.

Francia está en el origen del euro y la posibilidad de tener que contribuir a su disgregación, si Grecia tuviera que salir, le repugna más que a nadie.

Frente a la dureza de Alemania, Hollande se ha visto obligado al funambulismo político: mostrar un frente europeo sin fisuras al tiempo que garantiza que no se rompan del todo los puentes con el primer ministro griego, Alexis Tsipras.

En la guerra de nervios que desató la convocatoria del referéndum en Grecia, las grietas entre París y Berlín dejaron en evidencia sus diferentes aproximaciones al problema.

Pero el presidente francés invitó a la canciller alemana, Angela Merkel, al Palacio del Elíseo nada más conocerse el "no" para fijar una respuesta común y, sobre todo, para demostrar que la opinión de Francia todavía debe ser escuchada.

Convertido a la fuerza en adalid de la socialdemocracia europea, Hollande y su Gobierno han insistido hasta la saciedad en que el "grexit" nunca sería una opción, como proclamó en un solemne discurso esta semana ante la Asamblea Nacional el primer ministro, Manuel Valls.

Las autoridades francesas han repetido como un mantra la expresión "solidaridad y responsabilidad" para apelar a Atenas a saldar sus deudas, pero al mismo tiempo tendiendo la mano a un acuerdo.

No en vano la de Hollande fue la voz más entusiasta el viernes tras conocer la propuesta de Tsipras para un tercer programa de rescate, que calificó de "seria y creíble".

No han faltado quienes en la oposición conservadora han criticado al Gobierno francés por convertirse en el salvavidas del "irresponsable" Tsipras. Estas voces recuerdan que Francia ha destinado más de 55.000 millones de euros a los programas de rescate del país heleno.

Pese a ello, la opinión pública ha apoyado -con fuerza decreciente según avanzaba la crisis- la continuidad de Grecia dentro del euro, temerosa ante un posible contagio a su país en caso de descalabro.

En una encuesta difundida esta semana por el diario "Le Figaro", el 46 % de los franceses afirmaba que el impacto del abandono de la moneda única por parte de los griegos sería grave para Francia, mientras que solo el 26 % de los alemanes compartía esa opinión en relación con su propio país.

Pese a ello, los franceses confían mucho más en Merkel (44 %) que en Hollande (24 %) para salir del atolladero con Grecia, una nueva evidencia de la actual fragilidad del inquilino del Elíseo.

También ha pesado en este posicionamiento francés el fantasma del Frente Nacional de Marine Le Pen, embarcada en una cruzada contra el euro y para quien un fracaso de la moneda única supondría un espaldarazo inestimable.

Frente a ella, y frente a todos aquellos que en un momento u otro le llamaron a dejar caer a Grecia, aguantó Hollande, que espera recoger los frutos de su apuesta. 

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