Frikilandia

amparo Muñoz nunca fue friki ni anarcoide. Fue una outsider de la belleza, una anarquista del ‘star system’ español entregada a los peligros de la fama y la mala vida. Fue una fémina ácrata sobrepasada por la degradación de la profesión malévola e infernal del cine y de la moda. Amparo Muñoz fue tan hermosa como Jane Russell, que también murió después de sentirse inmortal. Pero el exceso, la droga y el hombre depredador suelen arrebatar el existir, como le ocurre al sufridor pueblo español con las libertades prohibidas y la asfixia de lo económico. La miss Daisy que todos paseamos en juveniles sueños ha muerto para descansar de su leyenda pérfida y autodestructiva. Se fue sin esperar a Jane Russell, que le plantó cara en escotes y candor incontrolable a la mismísima Marilyn Monroe. Pero Amparo era tan bella como ellas. Y se marchó para salvar el mito de la hermosura de los frikis y anarcoides de ‘mesa camilla’ que destrozarán su memoria, como presiente Blanco que hará la Historia con la obra del Gobierno. Al ministro José Blanco, jefazo socialista de Palas, Lugo y Ferraz, le vino a iluminar la inspiración del titular con esto de la solidaridad en el ahorro energético. Y aunque sea por morriña, uno no puede estar de acuerdo en la expresión literal de tan profundo pensamiento, a pesar de que ahora quiere dejar a media vela las carreteras españolas. La política, sí señor, está llena de frikis y anarcoides, que suelen ser fauna carnavalesca de probada ineptitud y torpeza. Fauna que actúa por libre y al margen de las reglas del interés general y del mínimo nivel. Sin embargo, lo excepcional es que la gente identifique a esos frikis y anarcoides con el Gobierno y con los forenses de lo rosa. Porque, según el razonamiento de Blanco, España entera es un país de frikis y anarcoides, incluido Fernando Alonso, pues la generalidad social está con Belén Esteban y rechaza la limitación de velocidad a 110 kilómetros por hora. Lo rechaza por vago, ocurrente, incoherente, ineficaz e improvisado, vicios éstos de los que suele echar mano este Ejecutivo cada vez que tiene un plan, ahora plan de ahorro energético. Los planes gubernamentales de la E a la Zeta, como se sabe, suelen sustentarse en el generoso ciudadano, como prueban la congelación y recorte de las pensiones o las subidas de luz, combustibles, Iva e impuestos. En realidad se trata de recaudar a costa del despistado ciudadano que no frene su ímpetu de Fórmula 1 o sus ansias insalubres de fumar. Y si no es afán recaudatorio, y nuestras reservas de petróleo no están en rojo, parece claro que bajo el pretexto energético se escondía la arrastrada gira recaudatoria de ZP para salvar las cajas con pequeñas Ong’s de turbante poco democráticas. Por tanto no tiene ninguna gracia esta nueva prohibición del Gobierno que, destartalado por encuestas, crisis y sucesiones, arremete contra la oposición y contra el sufridor pueblo español. Esto ya se parece demasiado a un sainete de escopeta nacional o la saga Torrente. Y urge, sin duda, el pronunciamiento claro en las urnas antes de que España sea devorada, en efecto, por frikis, anarcoides y otras especies de macarras, marquesados y marismas.

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