Garzón Amo frenó solo 7 segundos antes de descarrilar el primer vagón

El maquinista del Alvia accidentado en Angrois en la fatídica tarde-noche del 24 de julio empezó a frenar siete segundos antes de descarrilar un primer vagón cuando el tren estaba a tan solo 404 metros del punto exacto del siniestro. Francisco José Garzón había recibido antes dos avisos acústicos al paso del ferrocarril por sendas balizas que indicaban la aproximación a la curva de A Grandeira y la necesidad de reducir la velocidad, pero todo indica que no escuchó al menos la primera porque estaba distraído con la llamada del interventor del tren a su teléfono corporativo. Ese despiste motivó que la máquina se saliese de la vía a 179 kilómetros por hora, solo 16 menos de los 195 a los que circuló al menos hasta cuatro segundo antes del accidente.

Así lo revela el análisis pormenorizado de todos los datos y pistas de audio arrojadas por las dos cajas negras que el tren portaba en la locomotora delantera y trasera. El informe exhaustivo elaborado por agentes de la Policía, personal de Renfe, Adif y del Ministerio de Fomento que llegó el viernes por la mañana a manos del titular del juzgado de instrucción número tres de Santiago, Luis Aláez, permite hacer una reconstrucción aproximada de lo que ocurrió en los dos minutos y diez segundos previos al desastre que dejó 79 pasajeros muertos y decenas de heridos.

CRONOLOGÍA
La sucesión de hechos aportada por el Tribunal Superior de Xustiza (TSXG) de Galicia comienza a las 20.39.06 horas de la víspera del Día de Galicia cuando el móvil del conductor comienza a sonar. Garzón tarda nueve segundos en coger la llamada que ahora se sabe que hizo el interventor del convoy desde el vagón número tres para indicarle que una familia quería apearse en Pontedeume. Viajaba a 199 kilómetros por hora. Contestar fue el error por el que ahora está imputado por 79 delitos de homicidio. La llamada -que duró un minuto y cuarenta segundos- pudo hacer que no se percatase a las 20.39.52 de una alarma acústica al paso por una baliza que señalaba la proximidad a la bifurcación de A Grandeira, junto después de la curva que no pudo tomar. Tres segundos más tarde las cajas negras recogen el último sonido de la voz del maquinista. Al parecer un ¡aaayyy! que da a entender que se había percatado de que la situación se le iba de las manos, pero el ferrocarril seguía a 195 kilómetros por hora.

Al segundo se oyó otro aviso al rebasar en el punto kilométrico 83,876 la baliza previa a la señal de entrada en la bifurcación. Garzón activa tres segundos más tarde el freno de emergencia, en el punto kilométrico 84,009. Pero el Alvia continúa a la misma velocidad al menos durante los tres segundos siguientes, al término de los que cuales suena un nuevo aviso que marca la llegada inminente al cruce de vías . El tren va aún a 195 kilómetros por hora y está en el punto kilométrico 84,171. Esto es, circula a más del doble de los 80 km/h que no puede superar entre el punto kilométrico 84,230 y el 85,000, según se contempla en el libro horario del ferrocarril. Pero el convoy que cubría el trayecto Madrid-Ferrol nunca llegó a circular a esa altura. En el 84,413 se produce el descarrilamiento. Iba a 179 kilómetros hora y no a los 153 que indicaba al análisis preliminar del contenido de las cajas negras dado a conocer el martes horas después de volcarlo a un USB y desencriptarlo en el juzgado compostelano. Debía ir a 80. Eran las 20.40.06 horas cuando se empieza a oír el arrastre del tren.

TRAS DESCARRILAR

Como las cabezas tractoras delantera y trasera que albergaban las cajas negras no fueron las primeras en salirse de la vía, estos dispositivos de color naranja que recogen el comportamiento del tren y el audio de los últimos 30 minutos antes del accidente siguieron acumulando información en su memoria de 640 megas de capacidad. Es por eso que se sabe que cuatro segundos después del descarrilamiento se activó el freno de emergencia-seta cuando el velocímetro estaba todavía en 153 kilómetros por hora, los mismos en que se había fijado en un primer momento la velocidad de la máquina abandonó los raíles. Se había desplazado hasta el punto kilométrico 84,591.

A las 20.41.16 horas dejó se escucharse el sonido de arrastre del tren, lo que indica que los viajeros vivieron diez segundos de pánico interminables hasta que los restos del Alvia quedaron inmóviles. El corazón de algunos de ellos dejó de latir en ese intervalo de tiempo y otros sufrieron lesiones muy graves. Fallecieron 79 de los 218 pasajeros, algunos en brazos de los vecinos de Angrois acostumbrados a ver pasar a los ferrocarriles muy despacio por la curva de A Grandeira, un tramo en el que Adif ha limitado la velocidad de los ferrocarriles a 30 kilómetros por hora de forma temporal.

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