Imputados

La casi extinción de los partidos progresistas y socialdemocratas y el ínfimo respaldo, por no decir otra cosa, a la izquierda ‘light’, son el resultado de la tendencia gravitatoria al pensamiento de derecha y el síntoma de la deriva hacia un sistema bipartidista como el que existe en Estados Unidos: todos los países tienen a sus demócratas y republicanos, ambos de derecha, turnándose en el poder. El problema de la política no es tanto que tienda a la corrupción como estructura imparable, sino que lo hace de un modo descarado, sin ocultar morales canallas y actos delictivos, y con el aplauso unánime de una población supuestamente educada, pero en la práctica aborregada. Los políticos no tienen que ocultarse por malversar fondos, poner el ‘cazo’, coaccionar o cometer delitos que merecen largas condenas en prisión. Los miembros del partido los respaldan y las urnas aclaman esos comportamientos. Nadie se mete en política por algo que no sea dinero o por capacidad de influencia. Los que llegan al poder no cambian lo establecido porque sencillamente no les conviene. Ningún partido, ni siquiera el que lo pide, ha cambiado la ley electoral. Un político no debería poder ponerse su sueldo, ya que eso tendría que establecerse a través de los datos de población del INE. Un concejal imputado, de lo que sea, debería dimitir, no sacar pecho y recibir el respaldo de su partido.

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