Iván Díaz: "Unha troita coma esta aparece só unha vez na vida: é unha supervivinte"

Una trucha un par de centímetros más grande que su propio hijo. Esa fue la captura que realizó el pasado domingo un pescador de Ponte Caldelas que eligió para su tarde de pesca el tramo de Os Pasos da Fraga, en el río Verdugo. Iván Díaz, que tiene 29 años y vive en A Insua, dice que nunca se había topado con un animal así, a pesar de que en ocasiones se decanta por pescar en el embalse de Eiras, en donde es más fácil hallarlas. "Unha troita coma esta atópase unha vez na vida. Eu levo pescando desde sempre, e nestes ríos con pouco caudal, nun tramo de pesca convencional, non é nada fácil".El vecino de Ponte Caldelas explica que "calculo, polo que puiden ler, que debe ter uns sete ou oito anos, porque ten un tamaño e un aspecto similar ao dun salmón na parte da cabeza", apuntó.Para él, su presa "é unha sobrevivinte, que estivo anos agochada nunha poza moi profunda, e que sempre soubo buscar a vida". Con esto, el joven explica que el Verdugo no es un río caudaloso, y el ejemplar estaba en un tramo relativamente alto "polo que non está poboado polas troitas das soltas e das repoboacións que se fan da Calzada para abaixo".DOS HORAS DE LUCHA. Otra de las anécdotas que Iván Díaz recordará siempre es el modo en que llegó a capturar su presa. "Xa eran as seis da tarde e non pescaba nada co cebo de miñoca, así que pensei en volver para a casa e ir usando un pouco de cucharilla". Fue en uno de esos lances cuando, de repente, dejó de ver el cebo artificial y notó el tirón. "Souben de inmediato que non era un tronco nin nada así pola forma de tirar".Al darse cuenta de que tenía ante sí una gran captura, Iván tomó la decisión de actuar con paciencia, pues llevaba un sedal apto para piezas de unos 800 gramos, que se podía romper en cualquier momento. "Era fortísimo. Non paraba de tirar, así que decidín que tiña que cansala. Calculo que botei dúas horas e media tirando, porque vira o reloxo antes de emprender a volta e eran as seis", declaró.Cuando por fin la sacó del agua y la pudo ver, Iván aún tuvo que resolver un último problema: la trucha no cabía en su cesta. El ejemplar acabó transportado en el interior de una mochila, puesto que no disponía de otro elemento más adecuado para esa tarea.Una vez en casa se olvidó de medirla, pero sí la pesó: casi tres kilos. Tampoco faltaron las fotos. Incluso se hizo una con el alcalde, Andrés Díaz, que aprovechó la ocasión para animar a los pescadores a anotarse en el concurso de la Festa da Troita, que será en mayo. Una de esas fotos, con su bebé, el pequeño Iker, sirve para calcular la longitud de la presa. "Iker ten 77 centímetros, así que esta troita debe medir un par máis", comenta el orgulloso padre y pescador que, tras debatirse entre la tentación de disecarla como un trofeo o comerla, optó por lo comérsela.