Jean-Marc Ayrault será el nuevo primer ministro galo

El presidente francés, François Hollande, nombró hoy a Jean-Marc Ayrault, como nuevo primer ministro, en sustitución del conservador François Fillon.

El nombramiento fue anunciado por el nuevo secretario general del Elíseo, Pierre-René Lemas, mientras Hollande se dirigía al aeropuerto para tomar un avión que le trasladará a Berlín, donde tiene previsto entrevistarse con la canciller germana, Angela Merkel.

Ayrault, quien tendrá que formar un Gobierno en las próximas horas, ya figuraba como el favorito para ocupar este cargo al frente del Gobierno junto con la líder del Partido Socialista, Martine Aubry.

Pero el presidente se ha decantado finalmente por un político de consenso con quien comparte una buena amistad desde que hace 15 años el primer ministro Lionel Jospin les eligiera para dirigir, respectivamente, el partido y el grupo parlamentario.

Ninguno de los dos ha formado antes parte de un Ejecutivo pero ambos formaban parte del círculo cercano de Jospin, quien aseguró que estaban asociados a las principales decisiones estratégicas del Gobierno que dirigió entre 1997 y 2002.

Jospin, último primer ministro socialista, afirmó minutos después del nombramiento en la televisión pública France 2 que Ayrault "ha sido un innovador en su propia ciudad" y destacó "su inteligencia, capacidad de trabajo y sentido del diálogo".

PERFIL
Un discreto germanófilo dispuesto a dirigir un nuevo Gobierno
Jean-Marc Ayrault, nombrado hoy primer ministro por el presidente francés, François Hollande, alcanza así la cima de una dilatada carrera política forjada en el ámbito local y en el Partido Socialista con un carácter discreto, serio, amante del trabajo en equipo y con la baza de ser germanófilo.

Hollande ha elegido la carta de la fidelidad de un político de 62 años curtido en la política municipal en Nantes, séptima ciudad del país de la que es alcalde, y en el Parlamento, donde ha dirigido el grupo socialista desde 1997.

El presidente ha dejado de lado su falta de experiencia gubernamental, una rémora que ambos comparten pero que compensan con muchos años en los aledaños del poder. Los dos formaban parte del círculo más cercano del primer ministro Lionel Jospin entre 1997 y 2002 y participaban en los desayunos de los martes, donde se perfilaba la estrategia del último Gobierno socialista de Francia hasta la actualidad.

Detrás de su discreción, Ayrault esconde un espíritu aguerrido que puede presumir de no haber perdido nunca una elección y que ha creado una imagen de hábil gestor al frente del Ayuntamiento de Nantes y de estratega de altura en el Partido Socialista (PS). Cualidades que en el pasado no le sirvieron para entrar en el Gobierno.

En 1997, se quedó fuera del Ejecutivo de Jospin por una embarazosa imputación judicial en su condición de alcalde de Nantes, por la que posteriormente fue condenado a seis meses de prisión exentos de cumplimiento y a 4.600 euros de multa por la atribución fraudulenta de un contrato municipal. Ese mismo caso, que Ayrault ha recordado que le valió la condena en tanto que primer edil y no por su implicación directa, estuvo a punto de impedirle ahora de nuevo la entrada en el Ejecutivo. Pero Hollande, que durante la campaña prometió no rodearse de políticos condenados, ha preferido pasar por alto este asunto para confiar su Gobierno a un fiel aliado.

Ayrault nació el 25 de enero de 1950 en Maulévrier, una pequeña localidad del oeste de Francia, en el seno de una familia modesta. Su padre era obrero de la industria textil. De su familia y de su entorno heredó una educación rigurosa y una profunda fe católica que le llevó a militar, en su primera juventud, en movimientos obreros de inspiración cristiana hasta que, tras ingresar en el PS en 1972, se declaró agnóstico.

En su pueblo natal conoció a su mujer y de allí ambos fueron a estudiar a Cholet y a Nantes, donde consiguieron una licenciatura de profesor de alemán, profesión que Ayrault ejerció durante 25 años, lo que le permite dominar el idioma. Una herramienta que puede servirle para profundizar en la relación franco-alemana, considerada en París como el motor de la construcción europea.

En 1974 se lanzó a la conquista del Ayuntamiento de Saint-Herblain, en la periferia nantesa, hasta entonces controlado por la derecha y, con tan sólo 27 años, se convirtió en el alcalde más joven de una población de más de 30.000 habitantes.

Una hazaña que impresionó al propio François Mitterrand, que le llamó a su residencia y se interesó por el joven militante que había dado sus primeros pasos en el ala más izquierdista del partido antes de evolucionar hacia posiciones más centristas, más coincidentes con las de Hollande.

En 1986 fue elegido diputado y en 1989, tras dos mandatos en Saint-Herblain, arrebató a la derecha la alcaldía de Nantes sin necesidad de acudir a una segunda vuelta. Un triunfo que le abrió, de par en par, las puertas del PS, donde fue escalando puestos hasta llegar a su comité ejecutivo.

Su ascenso en el partido coincidió con sus constantes triunfos electorales, tanto en las municipales como en las legislativas, y así en 2002, en medio de un desastre socialista, se convirtió en el único diputado de su partido elegido en la primera vuelta.

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