Jóvenes artesanos con la pasta de celulosa de Ence

Alumnos de centros educativos de Marín disfrutan hasta diciembre de un taller en el que aprenden las técnicas tradicionales de hacer papel

Una vez que se tiene la pasta de celulosa, esta tiene que pasar por diferentes procesos hasta convertirse en el papel final que utilizamos cada día. Eso es algo que están descubriendo alumnos de 4º de ESO de los centros escolares de Marín, gracias al taller ‘Papel artesanal feito a man coa pasta de celulosa de Ence’.

Se trata de una iniciativa financiada por la pastera con una aportación de 12.500 euros dentro de su Plan Social, cuyo objetivo es «conocer la manera antigua de hacer el papel y descubrir los diferentes tipos de papel que se usan de manera cotidiana a partir de la pasta de papel elaborada en Ence», como explica Eulogio Rosales, encargado de impulsar el proyecto.
Además de una parte teórica, en la que buscan que los jóvenes entiendan, entre otros conceptos, «las implicaciones ambientales que suponen el consumo de papel. Que hay que reutilizarlo y reciclarlo, pues se pueden hacer muchas cosas a partir de una hoja de papel».

Alumnos del San Narciso aprenden a hacer papel con pasta de Ence

la práctica. El proceso comienza con las hojas de pasta de Ence que se desmenuzan en morteros con batidoras industriales para «romper la fibra de la pasta». A continuación, se pasa a una pila holandesa, donde se refina la pasta para convertirla en fibra. Cuanto más tiempo esté moliendo, más fina saldrá. En este punto se le añaden diferentes aditivos: agente encolante, carbonato cálcico -un fungicida para que no tenga hongos o se pudra- y un agente de retención para que las fibras se unan.
El siguiente paso consiste en pasar esas fibras ya deshilachadas en una tina con agua antes de emplear formadores de hojas -marcos con el tamaño de la hoja deseada, en este caso DIN A4-. El proceso continúa trasladando las hojas de papel a una prensa hidráulica que, mediante la presión, hace que el papel suelte un gran porcentaje del agua.
Pero es imposible eliminar todo el líquido en este paso, así que se ponen en un tendedero donde deben estar alrededor de 24 horas soltando el resto mediante decantación. Una vez que la hoja está completamente seca, llega el último paso: alisarla. Para ello, se pasa por una prensa de dos cilindros y ya estará lista para poder escribir sobre ella.
Después de cinco sesiones, de un proyecto que se lleva a cabo todos los lunes en el colegio San Narciso hasta mediados de diciembre, Rosales asegura que los alumnos participantes «se quedan alucinados, porque ven que una hoja de pasta, en la que no se aprecian las fibras por estar refinada, al meterlas en la bañera aparecen».
Aunque este es el primer año que se realiza el taller, Rosales espera que se pueda hacer en próximos cursos y consigan de esta forma llegar a un mayor número de alumnos.

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