Cuatro generaciones mantienen abierta una joyería y óptica en Fefiñáns, desde 1990

Juan Manuel Villar Villar forma parte de la primera promoción de ópticos de España (Foto: Fernando Salgado)
photo_camera Juan Manuel Villar Villar forma parte de la primera promoción de ópticos de España (Foto: Fernando Salgado)

CAMBADOS. Cuando las infraestructuras destinadas a la comunicación estaban en sus albores, la distancia entre las poblaciones se medía en días de camino, y a nadie se le ocurría solicitar la elaboración de un estudio de mercado antes de poner en marcha un negocio. Eran otros los impulsos que llevaban a los empresarios a iniciar sus proyectos. Uno de ellos, y muy potente, era el amor.

Es lo que le ocurrió a Gerardo Villar Sangenis, que se casó con la cambadesa Manuela Vaamonde y dejó la ciudad compostelana para establecerse en la Vila do Albariño, abriendo una joyería y óptica en la emblemática Praza de Fefiñáns.

Tal acontecimiento quedó registrado en el año 1890, y desde entonces son cuatro las generaciones que prolongan aquella iniciativa, que tuvo continuidad en su hijo, Santiago Villar Vaamonde.

Relevo

De Santiago cogió el relevo su hijo, Juan Manuel Villar Villar, que acaba de cumplir 80 años y se muestra satisfecho de que sus dos descendientes hayan seguido la tradición familiar, aunque duda de que entre sus cinco nietos haya alguno dispuesto a convertirse en la quinta generación de la saga.

Juan Manuel Villar recuerda cómo su abuelo se encargaba de dotar a los cristales de la graduación que le solicitaban, realizando manualmente el proceso en el primer establecimiento, situado en la Praza de Fefiñáns. "Era pura artesanía", dice mientras sonríe.

Cuando su padre se puso al frente de la tienda, "en Cambados no debía haber más de cinco vecinos que usasen gafas para ver desde cerca", indica, y tampoco era necesario acudir a una óptica porque los vendedores usaban un periódico para verificar la agudeza visual de sus clientes, en ferias y mercados, cambiando los cristales hasta encontrar el que consideraban adecuado. Entonces, la tienda estaba en la calle Infantas.

Juan Manuel Villar acabó asentándose en el bajo del edificio en el que vive, en la calle Pontevedra, pertenece a la primera promoción de ópticos de España, cuyos integrantes recibieron sus acreditaciones en la década de los 60, y su número de colegiado es el 1.610.

"Yo empecé haciendo a mano los cristales, que entonces eran bicóncavos y biconvexos y teníamos que cortarlos a la medida de la gafa, a cuyas monturas adaptábamos, después, a mano. Más tarde, las máquinas facilitaron este trabajo y, ahora ya lo hacen todo. Si se tuviese en cuenta el tiempo que ra necesario, el precio de aquellas gafas sería 40 veces más alto que el de las más caras que pueda haber hoy en el mercado", afirma.

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