La afición y el mando

El Pontevedra ya tiene representación de la afición en el consejo de administración. Es una buena noticia que la hinchada tenga dentro del grupo de gobierno a un hombre que entienda sus necesidades y que acerque el pueblo al mando. De momento ha tomado una decisión acertada, intentar recomponer la unión de las peñas. Sería interesante también que sentase a las ovejas descarriadas y les enseñase que dos más dos son 4, que conducir mientras se habla por el móvil está mal, que enarbolar una bandera no significa tener ideas políticas y que amenazar e intimidar al prójimo, por muy Mauricio que se llame, está muy feo. A todos nos alegra la capacidad de análisis de Millán, su trabajo y su humildad. Cuenta con el apoyo del máximo accionista, que tiene derecho legítimo a un representante dentro del consejo. Fue aquel, Nino Mirón, el que decidió que la cabeza visible de Acción Granate sea su voz y sus oídos. Lástima que en el pasado, cuando era presidente y propietario casi único del club, el mandamás no acercase a ningún aficionado al órgano de poder. Este hombre no deja de sorprendernos con su capacidad de reciclaje, algo digno de reconocer a alguien tan capaz como él. Ahora hay un sector de la grada encantada con Nino, hecho que no es censurable, por cuanto la libertad de pensamiento o la falta parcial o total de él no son delito en este estado. Lo que le gustaría saber a otra parte de la afición, que no está tan contenta con Millán y sus allegados, es donde estaban y cómo se manifestaban cuando Nino Mirón conducía el barco a las rocas con su equipo de trabajo, a finales de la década pasada. Pero ya se sabe que la memoria en el fútbol es corta. Menos mal que José Manuel Fernández tiene espalda, paciencia y tragaderas. Que locura sería, si no, el Pontevedra Club de Fútbol.

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