La cumbre del G20, un colchón sobre el que acentuar la división

La cumbre anual del G20 en San Petersburgo no ha hecho sino acentuar las divisiones en la comunidad internacional sobre la legitimidad de una acción militar contra Siria debido al presunto empleo de armas químicas en el país árabe.

En un último intento de acercar posturas los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y Estados Unidos, Barack Obama, mantuvieron el viernes una improvisada discusión en una esquina de la sala de reuniones del Palacio de Constantino, mientras el resto de líderes mundiales esperaban pacientemente.

Pero ya era tarde y las posturas de ambas potencias permanecieron inamovibles, por lo que la cumbre pasará a los anales como un diálogo de sordos entre los partidarios de la intervención militar sin el aval de la ONU y los que abogan por una solución pacífica el conflicto.

La cumbre fue un duelo entre Obama y Putin, que intentaron sumar adeptos a su causa entre los países europeos, más proclives a respaldar a Washington, y los latinoamericanos y asiáticos, que se alinearon con el Kremlin.

Putin golpeó primero al negar en la rueda de prensa final que las fuerzas estuvieran repartidas a partes iguales entre el bando de los que apoyan la guerra y el de los que defienden la reanudación de las negociaciones en Ginebra.

El jefe del Kremlin enumeró a Francia, Canadá, Turquía, Arabia Saudí y el Reino Unido, aunque matizó que el Parlamento de este último país "atendiendo a la voluntad del pueblo" manifestó su rechazo a la acción militar. "La canciller federal de Alemania (Angela Merkel) también actúa con mucha cautela. Alemania no tiene intención de participar en ninguna acción militar", dijo, citado por las agencias locales.

Mientras, aseguró que los que "estuvieron categóricamente en contra (de la guerra) son: Rusia, China, India, Indonesia (...), Argentina, Brasil, Sudáfrica e Italia". "¿Vamos a ayudar a Siria? Sí. Ya la estamos ayudando. Suministramos armas y cooperamos en el terreno económico", aseveró.

Seguidamente, le tocó el turno a Obama, quien no se arredró y replicó que seguirá tratando de convencer a otros países sobre la necesidad de no dejar impunes las acciones del régimen de Bachar al Asad, aunque reconoció que algunos países occidentales quieren un aval del Consejo de Seguridad de la ONU. "Seguimos pensando que el régimen de Asad usó armas químicas (...) Debe haber una respuesta firme y medidas serias", proclamó en una rueda de prensa.

El líder norteamericano aludió al genocidio de Ruanda (1994), que la comunidad internacional no evitó, al insistir en su llamamiento para lanzar un ataque "limitado" contra Siria.

Seguidamente, en lo que parecía ya más una cuestión de orgullo, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que aseguraba que diez países -Australia, Canadá, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, España, Turquía y Reino Unido- se habían sumado a EE UU a la hora de pedir una "fuerte respuesta internacional" por el uso de armas químicas en Siria. "La evidencia claramente apunta al Gobierno sirio como responsable" del uso de armas químicas contra los civiles, rezaba la nota.

Aunque insta a la misión de inspectores de la ONU a presentar "sus resultados lo antes posible", y al Consejo de Seguridad "a actuar en consecuencia", la nota no dice en ningún momento que esos países apoyen una acción militar contra Damasco.

Además, François Hollande, el presidente de Francia, país dispuesto a participar en la acción militar, añadió aún más confusión al debate al afirmar que París tomará una decisión sólo tras la decisión del Congreso y Senado de EE UU, y escuchar el informe de los expertos de la ONU.

Hasta ahora, Francia parecía dispuesta a participar en una acción militar sin contar con el beneplácito de la ONU, tan pronto como el Legislativo de EE UU autorizara a la Casa Blanca el ataque contra Siria. Según Hollande, "el conflicto en Siria no tiene solución militar. El arreglo debe ser político. Pero una solución militar puede acelerar la búsqueda de una solución política y esto hay que entenderlo".

El líder francés resaltó que si se adopta la decisión de castigar al régimen sirio por el uso de armas químicas el castigo debe ser "una respuesta proporcional, puntual y limitada, cuyo objetivo no será el derrocamiento del régimen".

La puntilla al acalorado debate sobre Siria la puso Alexéi Pushkov, jefe del Comité de Exteriores de la Duma o cámara de diputados de Rusia, en Twitter. "Decían que Obama no quería meterse en una guerra en Siria. Este mito ha sido roto por el propio Obama. Se ha convertido definitivamente en 'el Presidente de la Guerra'", aseguró.

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