La mala campaña de pulpo que se está registrando este año tiene su reflejo en diversos sectores productivos que dependen del cefalópodo. La escasez hace mella en la hostelería, que se replantea retirarlo de las cartas hasta que los precios vuelvan a asentarse, muy inflados a causa de la poca cantidad de cefalópodo que se captura, pero también influye en las empresas dedicadas a su comercialización. Tal es el caso de Rosa de los Vientos, la empresa marinense que distribuye pulpo gallego de calidad a gran escala. Pilar Otero, una de las responsables de la firma, explica que la falta de ejemplares provoca que «le tengamos que ofrecer a nuestros clientes el pulpo que se captura en los caladeros del Sáhara», que, a pesar de su calidad, no es el gallego, «que es el que nosotros queremos poner en valor», recalca la empresaria. A pesar de todo, Otero señala que el consumo también es menor debido al incremento «del 40%» en el precio.
A falta del cefalópodo, la compañía frigorífica apuesta por comercializar otros productos, «como el calamar o el rejo de potón», una especie semejante al pulpo. Rosa de los Vientos también aprovechará este año la reciente certificación de calidad que recibieron en bivalvos, conseguida en 2016 y que cerciora la buena calidad de sus navajas, almejas y zamburiñas congeladas. De hecho, la campaña de esta última comenzará ahora, «a principios de noviembre», precisa Otero. También «en breve» comenzarán a comercializar la volandeira, un bivalvo muy similar a la zamburiña. Los preparados alimenticios también suponen un nicho de mercado al que recurrir cuando la joya de la corona no se deja pescar. «En estos momentos tenemos una nueva línea de croquetas de pulpo, aunque está destinada sobre todo al Canal Horeca», que incluye hostelería, restauración y catering, a lo que hay que sumar el fumet de pulpo, un frasco de agua de cocción del mejor ejemplar del cefalópodo gallego, que no lleva ni conservantes ni colorantes y que ha supuesto una de las mayores innovaciones del sector en los últimos tiempos.