La familia del marido huye de Lugo

El cortejo fúnebre, escoltado por una decena de patrullas. pepe tejero
photo_camera El cortejo fúnebre, escoltado por una decena de patrullas. pepe tejero

LUGO. Más de medio centenar de familiares de la víctima, de todas las edades, desde niños de corta edad hasta personas mayores, peregrinaron a Teixeiro a primera hora de la mañana desde sus domicilios en Vilaboa y Ferrol.

La localidad coruñesa, conocida por su moderna megacárcel, se convirtió en el centro de operaciones de la familia Jiménez porque el día anterior el presunto homicida creyó recordar que fue en esa zona en donde intentó ocultar el cadáver de su esposa, de la que esperaba su séptimo vástago.

Un nutrido grupo de familiares se apostó al lado de una rotonda de la carretera de Santiago, a la espera de ver pasar a la comisión judicial que encargada de buscar los restos con la intención de seguirla. «¡Qué me lo dejen a mí!», afirmaba, sin alzar la voz, uno de los allí presentes.

El compromiso de recibir información sobre las labores de búsqueda hizo que los dos grupos optasen por concentrarse ante el puesto de la Benemérita. Allí la madre de la víctima recibía a última hora de la mañana la trágica noticia.

Su primogénita, Azucena, abatida, todavía tenía fuerzas para reclamar «que se haga justicia» por la muerte de su hermana, una exigencia que hacían suya otros familiares antes de subirse a sus coches para desplazarse al Hospital de Lugo, a donde fue trasladado el cadáver de Lupe.

Los Jiménez insistían además en señalar como «cómplices» del crimen a la madre y a dos hermanos del marido de la fallecida, Antonio y Adolfo, conocido como El Moro, de los que dijeron que «no están en Lugo, se escaparon», por lo que llegaron a pedir a la jueza que instruye el caso que ordene «su busca y captura».

Para evitar que pudiesen tomar la justicia por su cuenta, la Guardia Civil mantuvo ayer por la mañana el dispositivo de vigilancia, que estableció la noche anterior con patrullas en las principales entradas a Lugo. Su cometido era identificar a cualquier vehículo que estuviese ocupado por personas de etnia gitana y de registrarlo en busca de armas.

Expulsión

La Sociedad Gitana en Galicia, que repudió este crimen, que considera doble porque la mujer estaba embarazada, aclaró que la propia ley gitana establece la «expulsión» de su tierra de «cualquier familiar del culpable que resida en las provincias de Pontevedra y A Coruña»-en donde habitan los de la víctima- porque de esta manera se pueden «evitar baños de sangre».

Este colectivo precisa que «toda la sociedad gitana apoya a la familia de la fallecida y está en contra de este asesino y de todos sus familiares directos».

La Sociedad Gitana en Galicia hizo un llamamiento a la «tranquilidad » y a la «paz» de la comunidad de esta etnia, que está «muy disgustada, molesta y dolorida». También agradeció la labor desempeñada por la Guardia Civil y mostró su confianza «en la Justicia para que recaiga todo el peso de la ley sobre el culpable».

El presidente de la asociación, Sinaí Giménez, explicó que cuando hay problemas entre matrimonios gitanos se recurre a los patriarcas o a los mayores de respeto para resolverlos. «A ningún gitano de España se nos pasa por la cabeza matar a nuestras mujeres por muchos problemas que surjan, por eso condenamos rotundamente cualquier tipo de violencia contra las mujeres», señaló.

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