La flota facturaba 50 millones anuales

Dos personas observan la llegada al Puerto de Marín del cefalopodero ‘Sobareiro’ hace algo más de un año, tras su expulsión de Mauritania. rafa fariña
photo_camera Dos personas observan la llegada al Puerto de Marín del cefalopodero ‘Sobareiro’ hace algo más de un año, tras su expulsión de Mauritania. rafa fariña

MARÍN. «Las pérdidas se contarán por millones de euros en Marín y la comarca de O Morrazo». Con esta frase resumía hace algo más de un año la preocupación existente en el tejido empresarial del Puerto de Marín el propietario de una de las firmas afectadas por la expulsión de la flota cefalopodera del caladero mauritano.

A estas alturas, cuando el regreso a estas aguas africanas parece ya imposible, se puede afirmar que Marín y la comarca de O Morrazo perderán alrededor de 50 millones de euros anuales, los que facturaban los 24 barcos del sector, en su práctica totalidad propiedad de empresas de la zona.

Es cierto que una parte de esta facturación, que supera los dos millones de euros de media por cada embarcación, se iba en gastos en Mauritania, por ejemplo en salarios a marineros de ese país, a las consignatarias, las licencias y otros diversos, pero el grueso de este dinero acababa en la economía local.

Así, entre 14 y 16 barcos cefalopoderos pasaban al menos una vez al año por los muelles de Marín, normalmente aprovechando una de las dos paradas biológicas que imponía el anterior acuerdo pesquero entre la Unión Europea y el país africano. Las estancias servían para acometer tareas de reparación y mantenimiento, reponer combustible y víveres, entre otras.

Se estima que cada uno de estos buques dejaba una media de 500.000 euros en cada parada, lo que supone un montante de entre siete y ocho millones de euros anuales. Además, en muchos casos el combustible que recibían los barcos en el caladero se adquiría a través de una empresa marinense, con lo que eran ingresos que acababan en Marín.

Otro impacto directo del cese de la actividad de esta flota es el que representaban los salarios de los marineros. Se calcula que eran unos 240 tripulantes de Marín y la comarca de O Morrazo los que trabajaban en este caladero y que sus sueldos podrían suponer alrededor de seis millones de euros anuales, a los que se sumarían las ayudas o el paro que percibían durante las paradas biológicas.

Finalmente, la expulsión de los barcos de Mauritania tiene una incidencia muy negativa en la actividad de las factorías frigoríficas de Marín y Vigo. La patronal estima que las capturas anuales de la flota estaban en torno a las 10.000 toneladas, de las que una parte muy importante acababa en empresas de la zona para su manipulación y posterior distribución, por lo que ya estaría afectando al empleo en el sector.

El sector se siente utilizado y sin apoyos ante la votación del Pleno Europeo

 “A frota galega foi unha moeda de cambio na Comisión Mixta”. El portavoz de CIG-Pesca, Xabier Aboi, manifiesta así de rotundo el sentir del sector cefalopodero tras el duro revés recibido en la Comisión Mixta celebrada los días 17 y 18 entre la Unión Europea (UE) y Mauritania, que excluye de nuevo la pesca de pulpo de sus aguas.

“Quedamos sós”, lamenta Aboi ante el hecho de que el sector marisquero y palangrero sí haya conseguido las mejoras que reivindicaba para sus flotas, de modo que el Gobierno español podría dejar de apoyarles y aceptar finalmente el acuerdo pesquero firmado entre la UE y el país africano. “O peixe está vendido e non cremos que o noso rexeitamento vaia pasar o Parlamento Europeo, cremos que vamos perder por goleada”, remarcó el sindicalista aludiendo a la última esperanza de la flota cefalopodera: la votación en el Parlamento Europeo el próximo 8 de octubre. Los marineros ni siquiera acudirán a Bruselas a presenciar la votación.

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