Destierros en Marín, Porriño y Lugo

La huella del príncipe gitano

Sinaí Giménez llegó a creerse intocable en la provincia, pero Pontevedra fue una excepción. Primero fue 'expulsado' por Teresa Casal, después rechazado en O Vao. El martes fue detenido por agentes de la Comandancia

CUENTAN LOS agentes de la Policía Nacional de Pontevedra con más experiencia que un joven Sinaí Giménez ya hacía sus pinitos como aprendiz de mafioso a principios del siglo XXI, cuando era un veinteañero. «Me parece increíble que no se le haya echado mano en todo este tiempo. Lleva años cobrando, 50 euros, al principio, ahora 100, a esa pobre gente, y quien no paga tiene muchos problemas». Un inspector que prefiere mantener su identidad a buen recaudo dijo esto en el mes de octubre, después de conocer lo sucedido en el mercadillo de Cangas do Morrazo.

Para explicar la espiral delictiva que desembocó en el operativo policial del martes es apropiado conocer una interesante versión acerca de lo ocurrido aquella mañana en la feria canguesa a la que ha tenido acceso en exclusiva este periódico. Sinaí (se desconoce si solo o acompañado de algún colaborador) se acercó a uno de los puestos regentados por una mujer del clan de Los Zamoranos para pedirle el conocido impuesto revolucionario. La aludida, que había sufrido en los días anteriores el fallecimiento de un familiar, le indicó que no podía hacer frente al pago. Entonces le pidieron la mitad, con insistencia, ante la desesperación de la mujer. Esta actitud colmó la paciencia de un integrante de Los Zamoranos, que empuñó una barra de las que se emplean para montar los tenderetes para golpear en la cabeza a ‘El príncipe de los gitanos’. La Policía Local de Cangas y la Guardia Civil lograron refrenar el ímpetu de unos y otros, enzarzados en una reyerta. Sinaí, herido en su orgullo, no iba a dejar pasar por alto aquella afrenta, o eso piensan los investigadores de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Su implicación, de forma directa o indirecta, en posteriores agresiones a Los Zamoranos (no se ha podido probar, por el momento, nada acerca del tiroteo de Vigo, pero sí se le han imputado otros hechos), también colmó la paciencia de la Fiscalía Provincial de Pontevedra, que presentó una querella que se tradujo en la investigación que ha llevado a Los Morones a los calabozos.

Sianí GímenezFUERA DE ESTRIBELA. El siguiente episodio de la guerra de los mercadillos en la ciudad del Lérez (la citada Casal no permitió la presencia de personas que, como Los Morones, no se sometiesen al marco legal que amparó desde entonces a la venta ambulante de Pontevedra) se produjo en Estribela. Sinaí y sus colaboradores también fueron ‘invitados’ a abandonar los puestos de la parroquia que une Marín y Pontevedra, que, al igual que los del Recinto Feiral, también permanecieron inactivos durante algunos meses a causa del conflicto. La presencia policial fue necesaria para mantener la seguridad en más de una ocasión, pero Giménez dejó de cobrar su supuesto impuesto revolucionario en el término municipal de Pontevedra.

La ‘cooperativa’ de Sinaí (que, con una autorización única, ‘subcontrata’ los puestos a los ambulantes que cumplen con los pagos que le exige, según las investigaciones) se desplazó en aquel momento a Barro, donde logró asentarse llegando a un acuerdo con el ‘popular’ José Antonio Landín Eirín. El actual alcalde, el nacionalista Xosé Manuel Abraldes, le ha pedido la documentación y las cuentas como requisito indispensable para continuar ejerciendo su trabajo, lo que, teniendo en cuenta los precedentes, parece el primer paso para su salida hacia otro lugar, o bien hacia una regularización que hasta ahora no ha aceptado en ningún emplazamiento.

Su siguiente aparición en escena en Pontevedra se produjo tras los recordados realojos de varias familias del poblado chabolista de O Vao, cuyas infraviviendas habían sido derribadas, en Monte Porreiro. Sinaí empleó una de sus armas favoritas tildando de racistas a los payos (aunque en ocasiones no le falte razón) y llegó a proponer la creación de una policía gitana ante la beligerancia de los vecinos de la urbanización, que exigían el traslado de aquellas personas a otro punto ante el temor de que trasladasen allí sus actividades relacionadas con el tráfico de drogas. Más tarde se demostró que eran ciertas las sospechas de quienes lucharon por la salida de los realojados (una hija de ‘La Coneja’, trapichera multirreincidente, era una de aquella personas). Al mismo tiempo, varios vecinos de Monte Porreiro fueron juzgados por coacciones ante el júbilo de ‘El príncipe de los gitanos’, que, sin embargo, nunca tuvo un buen cartel en el gran supermercado de la droga del Sur de Galicia. «Aquí manda el patriarca. Sinaí no tiene ningún poder», aseguran en O Vao.

Tampoco tuvo éxito el salto a la política de Giménez, que se puso el traje de ‘El Obama Gallego’. Opositó a la Alcaldía de Vigo, la ciudad en la que creció, y apenas consiguió un centenar de votos.

Su última aparición pública antes de su detención del martes fue para anunciar que había contratado para su defensa al afamado letrado José Luis Gutiérrez Aranguren. Era consciente de su procesamiento por su participación en varias reyertas y, muy probablemente, no descartaba que aquello fuese el principio de su caída.

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