La mayor victoria del PP

Al aprovechar la oportunidad brindada por el bipartito, Feijóo y Rajoy superaron las marcas de Fraga de 1989, al que ayudó la neutralidad de la Moncloa

La más espectacular de las victorias del PP. Así fue el triunfo del pasado domingo de Feijóo, respaldado muy activamente por Rajoy. A diferencia de las elecciones de 1989, cuando Fraga derrotó al entonces presidente socialista González Laxe, esta vez el PP de Galicia tuvo que hacer frente a la plena implicación de la Moncloa en la campaña y la superó, a pesar de los cinco mítines que dio Zapatero en territorio gallego desde el 11 de enero. En cambio, hace veinte años Felipe González no participó en ninguno. No obstante, hay que esperar a las europeas para saber hasta qué punto está debilitado Zapatero.

Pero el PP no se enfrentaba sólo a Zapatero, sino también al vicesecretario general del PSOE, José Blanco, así como a un Gobierno en el que se sientan cuatro ministros nacidos en Galicia. Y en 1989 el PP contaba con la Diputación de Lugo, ahora en manos del bipartito. Además, tenía delante a un BNG instalado en la Xunta, con una maquinaria más potente que la de Coalición Galega y el PNG.

Con su victoria, el PP ha dejado noqueados a todos sus rivales, mientras que en 1989 el BNG iniciaba su ascenso. En estas elecciones han caído varios mitos, como el de que el Bloque crecía cuando el PSOE caía o que una alta participación beneficiaba a la izquierda. Éste es otro factor que magnifica el triunfo del PP del 1-M, ya que la afluencia a las urnas fue la mayor en unas autonómicas. Además, el PSOE contaba esta vez con la red de seguridad de una emigración cuyo censo se multiplicó por siete en veinte años.

Fraga logró el 44,1% de los votos y 38 diputados en 1989. Feijóo obtuvo el 47,1% y 39 escaños, a falta del voto emigrante. En 1993, 1997 y 2001, Fraga superó el 50%, desde la Xunta. Ese será el listón de las próximas elecciones. Los peros que se le pueden poner al PP proceden de su dura campaña, con activas colaboraciones mediáticas, contra el bipartito en general y Touriño y Quintana en particular. Ya no cabe buscar explicaciones en el franquismo. El triunfo contra pronóstico recuerda al de 1981, cuando Fraga, con Albor de candidato, derrotó a UCD.

PSOE y BNG desaprovecharon una ocasión histórica. La crisis económica, al quebrar el escudo que representaba el tirón de Zapatero en Galicia, ha desnudado las carencias de un bipartito que decepcionó a su base social porque no hizo el prometido cambio, dio sensación de gran división y ofreció cierta imagen de soberbia. Socialistas y nacionalistas peleaban por controlar más consellerías. Las perdieron todas.

Los populares movilizaron a su electorado casi como en las generales
Los populares se quedaron el domingo a sólo 10.000 votos de su volumen de votos de las últimas generales, con 760.591 frente a los 770.764 del año pasado, a pesar de que la participación, aunque supuso el récord en unas autonómicas, fue cinco puntos inferior. En ciudades como A Coruña o Vigo el resultado del PP calcó el del 2008. Pero estas cifras ocultan los trasvases que hubo del bipartito a los populares.

Pachi Vázquez y Fernando Blanco, el recambio
Pachi Vázquez, conselleiro de Medio Ambiente, ya es de facto el líder del socialismo en Galicia, aunque falten siete semanas para el congreso del PSdeG-PSOE. En el BNG hay más confusión, aunque Fernando Blanco, conselleiro de Industria, se perfila como el más firme aspirante para relevar a Anxo Quintana. Éste no ha aclarado en público si renuncia a continuar, aunque en privado, según diversas fuentes, sí habría comunicado su intención de dar 'un paso atrás'.

Si finalmente Blanco accede al liderazgo del BNG, en las dos fuerzas del bipartito se seguiría un esquema similar para encarar la nueva etapa, al correrse el escalafón del actual gobierno, a través de dos conselleiros con destacados apoyos internos, mayor cercanía a la gente que sus predecesores, pero también muy identificados con la experiencia en la Xunta. Y se refuerzan, a un alto coste, los dos aparatos, el de José Blanco desde Madrid y el de la UPG.

En el caso del PSOE, la rapidez del relevo y los movimientos inmediatamente anteriores a las elecciones indican que sí había un plan B. José Blanco y los capitanes del partido estaban decididos a hacerle frente a Touriño en la victoria o tomar el control en la derrota. Pachi Vázquez emerge como un político hábil, cercano y con coraje, aunque también ofrece flancos abiertos, como el de Sogama, y tiene el reto de conectar con el electorado urbano.

En el Bloque no parece que hubiera un plan B. Con su reaparición Beiras puede haber acelerado el proceso. Está por ver si habrá una verdadera asamblea, lo que conjuraría el riesgo de cisma, o un congreso con delegados. Y el análisis de debilidades y fortalezas de Pachi Vázquez también vale para Fernando Blanco.

  • Delegación del Gobierno: Varela no quiso sustituir a Ameijeiras
    Ricardo Varela rehusó ser el nuevo delegado del Gobierno en Galicia, en sustitución de Manuel Ameijeiras, según fuentes socialistas. A pesar de que en el PSOE se valora el talante de Ameijeiras, un hombre de Touriño, su relevo se da por seguro. Le sustituirá algún dirigente en sintonía con José Blanco.

    Por ello, suena el nombre de Antolín Sánchez Presedo, aunque en principio iba a repetir como eurodiputado. Otras posibilidades son el diputado Antón Louro y la senadora Carmela Silva. En A Coruña intentan colocar a Carmen Marón, pero parece muy improbable.
  • Voto emigrante: El escaño de Ourense, a tiro del PSOE
    En el escrutinio de mañana de la emigración de Ourense el PSOE necesita cinco votos por cada ocho del PP y 311 papeletas más. Esa fue la diferencia en el escrutinio en Galicia entre los socialistas, que pelean por su quinto escaño, y los populares, que lo hacen por su octavo.

    Con los resultados del 2005 y del 2008 en el exterior, el PSOE se haría con el diputado y se reforzaría ante el BNG. El problema reside en la falta de legitimidad de este voto, pues no se efectuó su prometida regularización.
  • Nueva etapa: El tono bronco parece mantenerse
    La campaña más dura en unas autonómicas puede dar paso a una legislatura de igual tono. Por ahora, en el PSOE se anuncia una oposición de alto voltaje. En el PP aseguran que su actitud dependerá en buena medida del traspaso de poderes, que, según los populares, no pinta nada bien, aunque hay que esperar a que terminen las elecciones, con el recuento de la emigración.

    PSOE y BNG temen la dureza de Feijoo, por lo que piensan en defenderse atacando, en un contexto muy complicado, de crisis económica.

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