La muerte acechaba en Area de Agra: La familia Bermúdez perdió a Sabino, pero no a Alberto

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El 3 de septiembre de 1957 figura en la historia negra del municipio de Sanxenxo. Ese día se produjo un corrimiento de tierra en la cantera de Abelenda, donde se encontraban trabajando 21 operarios. La mayoría pudieron huir, pero cinco de ellos perdieron la vida y otros tres resultaron heridos de gravedad

maría del carmen tenía nueve años cuando, después de disfrutar de una apacible jornada de playa con su familia en Area de Agra, en Dorrón, se dirigía a su casa. Pasaban unos minutos de las seis de la tarde del 3 de septiembre de 1957, una fecha y una hora que los vecinos más viejos de la parroquia son incapaces de olvidar. «Voltabamos da praia cando escoitamos un ruído tremendo, coma se fose un terremoto, pero non notamos nada estraño. Despois viñeros os gritos de auxilio».

Más de una veintena de personas se encontraban trabajando en la cantera de Abelenda, situada en un acantilado colindante con Area de Agra, de donde extraían piedra para la construcción del antiguo muelle de Portonovo. Un inesperado corrimiento de tierra provocó que una lluvia de árboles, piedras y tierra cayese sobre los sorprendidos operarios. La mayoría pudo huir a tiempo y permanecer a salvo. Cinco de ellos no tuvieron tanta suerte. La cantera sesgó las vidas de José Gómez, Salvador Pombo, Sabino Bermúdez Regenjo, Ramón Osorio y Manuel Muíño. José Castro Rey, Manuel Rosales Torres y Marcial Dovalo Otero lograron sobrevivir, a costa de sufrir terribles lesiones.

A día de hoy, las causas del desprendimiento continúan siendo un misterio. Marcial Dovalo, natural de la parroquia de Bordóns, donde todavía vive, cree que las leyes de la gravedad les jugaron una mala pasada en el peor momento posible. «A canteira estaba situada debaixo dun monte no que había moito pino e moita maleza. Supoño que o terreo iría abrandando e por iso todo caeu abaixo». Ironías del destino, el trágico suceso se produjo a pocos minutos de la finalización de la jornada laboral. Algunos trabajadores ya se encontraban abandonando el acantilado (al cual en la actualidad resulta prácticamente imposible acceder a pie; es necesario hacerlo en barca), lo que probablemente redujo el número de víctimas.

La Guardia Civil y los Bomberos de Pontevedra no tardaron en hacer acto de presencia en Dorrón para ayudar a los heridos y tratar de recuperar los cuerpos de los fallecidos. Tampoco faltaron varios miembros de la Corporación de la época y el gobernador civil. La Benemérita se vio obligada a acordonar la zona y el Concello decidió suspender los actos festivos en honor a Santa Rosalía previstos para el día siguiente.

Las investigaciones posteriores demostraron que Sabino Bermúdez (natural de Bordóns), Manuel Muíño (vecino de San Xoán de Poio) y Ramón Osorio (Combarro) murieron prácticamente en el acto. Contaban con 22, 46 y 26 años respectivamente. Tampoco se pudo hacer nada por Salvador Pombo, natural de Outeiro. Dorrón lloró su muerte durante días.

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