Del rosario a la revolución sexual

La pastilla que cambió el rol social de la mujer

►Clandestinidad: Tardó veintiún años en ser legalizada como anticonceptivo pero se daba para trastornos menstruales ►Legalización. A partir de 1978, se autorizó su uso y venta en España, dejando de ser delito, y se crearon los primeros COF

Si hubiese que escoger las tres cosas que, en el último medio siglo, revolucionaron por completo la vida de las mujeres en España, estas podrían ser la lavadora, el acceso a la educación y al mundo laboral y la píldora. La pastilla que abrió las puertas de la liberación sexual femenina y de la libre elección de cuándo querían ser madres cumplió ya 60 años de su invención pero las españolas comenzaron a usarla y comprarla con total libertad veintiún años después. Es decir, hace casi 40 años.

El ideario del franquismo y la presión de la Iglesia católica fueron determinantes para que este medicamento —autorizado por Estados Unidos bajo el nombre de Enovid para el tratamiento de trastornos menstruales en 1957 y como anticonceptivo en 1960— tardase dos décadas en estar al alcance de todas las mujeres en edad fértil en España y poder decidir, por primera vez en la historia, cuándo poder ser madres y cuántos hijos tener, saltándose el proverbio social de que fuesen "los que Dios quiera". Pero el uso de la píldora concedió a las mujeres algo todavía más relevante, que cambiaría por completo las relaciones entre sexos y su papel en la familia y en la sociedad: se trata de la liberación sexual femenina y su plena emancipación económica e igualdad en derechos con los hombres.

Antes de su legalización, la píldora solo se recetaba bajo cuerda de ser empleada para trastornos menstruales

La píldora llegó a España en 1964, pero no se recetaba como anticonceptivo sino para regular el ciclo menstrual o combatir el acné. Los primeros pasos hacia la legalización de los anticonceptivos se dieron en concentraciones que hubo, ya en 1975, en Madrid y Barcelona, donde se pedían dos cosas: su despenalización y la apertura de Centros de Orientación Familiar (COF) a cargo de la Seguridad Social. Tardaron aún tres años en llegar. Un Real Decreto, publicado el 25 de septiembre de 1978 en el BOE, permitía la creación de establecimientos de planificación familiar. Dos meses después, el 25 y el 26 de diciembre, el BOE publicaba otro Real Decreto que modificaba los artículos 416 y 343 bis del Código Penal —que prohibían la indicación y la venta de contraceptivos— y consideraba "sanitariamente reglamentaria" su expedición. A su vez, también dejaba de ser ilícita la publicidad de estos. Esta apertura legal no afectaría, en cambio, a la esterilización quirúrgica voluntaria —vasectomías y ligaduras—, que tardarían aún cinco años en ser legalizada.
Pastilla anticonceptiva
Antes de su legalización, la píldora solo se recetaba bajo cuerda de ser empleada "para trastornos menstruales" y se expendía, de forma mayoritariamente clandestina, en algunas farmacias que retaban, de esta forma, la ideología y las leyes imperantes, que fomentaban la procreación con la concesión de títulos y ayudas estatales a las familias numerosas. Pero no solo eso. El propio Código Penal, instaurado en 1941, castigaba, a través del artículo 416, con multas de 10.000 a 200.000 pesetas a médicos y farmacéuticos que indicasen o vendiesen "medicamentos, sustancias, objetos, instrumentos, aparatos, medios o procedimientos capaces de provocar o facilitar el aborto o de evitar la procreación". Las sanciones también se impondrían a quienes divulgasen "cualquier género de propaganda anticonceptiva".

La Ley, por lo general, se cumplía y pocas fueron las sanciones que se llegaron a imponer por esta cuestión.

Ana (nombre falso) es una enfermera que prefiere no dar su nombre y que trabajaba en Pontevedra en la década de los años 80. "Era muy difícil acceder a ellas, si dabas con un ginecólogo más o menos abierto no tenías problema, pero no todos eran así", cuenta y añade que el mismo problema lo había con muchas farmacias de la ciudad incluso cuando la píldora ya era legal, ya que muchas se negaban a vender métodos anticonceptivos por motivos ideológicos o religiosos.

La pontevedresa, que trabajó en Portugal, cuenta que el país vecino se puso a la venta ante las píldora del día después y añade que, en lo que respecta al uso de anticonceptivos, siempre fue un país más avanzado que España.

Además, Ana explica que, por aquel entonces, la carga hormonal de las píldoras anticonceptivas era muy alta y tenían muchos efectos secundarios. "A mí en unos meses me aumentaron los pechos tres tallas, por ejemplo, y mi madre me preguntaba qué me pasaba y yo no podía decirle nada porque no quería que lo supiese", recuerda años después.

Pese a la prohibición, el censo de la población española comenzó a bajar tras el fenómeno del 'baby boom' de la década de los 60 y hasta la legalización de la píldora en 1978.

La Encuesta de Fecundidad de 1977 dejaba a la vista el dato de que el 47 por ciento de las parejas usaban algún método. Los preservativos y las pastillas no estaban al alcance de todas las parejas pero la bajada de la natalidad se conseguía de dos maneras: con el 'coitus interruptus', practicado por el 22 por ciento, según datos de esa misma encuesta, especialmente en la zona rural, y el método Ogino, entre las clases más altas.

Si clandestina era la venta de la píldora, usada por un 11 por ciento de las mujeres, también lo era la del preservativo, solo accesible en quioscos o puestos de pipas. En Galicia, también había parejas que viajaban a Portugal para adquirir pastillas y condones. Los demás probaban con otros métodos menos ortodoxos pero no por eso menos populares: la rama de perejil o el trozo de jabón que se introducían en la vagina "para hacer escurrir a los espermatozoides". De ello da fe Pilar Garrido, esposa del dibujante Forges, en su libro Del guateque al altar.

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