La plaga del picudo ha dañado más del 70% de las palmeras de Pontevedra

Los municipios costeros y los del Sur son los más perjudicados por este insecto
Una palmera en la parroquia de Combarro, Poio, muerta por culpa del picudo rojo
photo_camera Una palmera en la parroquia de Combarro, Poio, muerta por culpa del picudo rojo

Aunque no son originarias de este territorio, hace décadas que la palmera se convirtió en uno de los árboles ornamentales utilizados con mayor frecuencia en parques, zonas verdes y jardines tantos públicos como privados de Galicia. Sin embargo, de un tiempo a esta parte su número ha ido decreciendo y hoy en día muchas de ellas están secas o deterioradas.

El responsable es el picudo rojo, un insecto procedente de Asia que se detectó por primera vez en la Península Ibérica en la década de los 90 y que empezó a hacerse notar en tierras gallegas hace años. El poder destructivo de esta plaga ha sido tal que, actualmente, entre el 70 y el 80% de las palmeras de la provincia de Pontevedra están afectadas. Así lo constató la Estación Fitopatolóxica do Areeiro, cuyo jefe de Servizo, Pedro Mansilla, precisó que es complicado concretar un porcentaje exacto, porque el nivel de propagación no es uniforme y hay municipios en los que hay ejemplares dañados y otros que aún no lo están. En todo caso, las zonas más perjudicadas son los concellos costeros y, especialmente, los del Sur de la provincia pontevedresa.


Debido a su potencial colonizador y a que constituyen una amenaza, estos insectos han sido incluidos en el Catálogo Español de Especies exóticas Invasoras


"La distribución de estos insectos va avanzando progresivamente porque se van extendiendo y adaptando a los lugares. Por ejemplo, en Ponte Caldelas, que está en el interior de la provincia, también hay ya palmeras afectadas", aclaró el jefe de la EFA. Hasta ahora han sido muchos los ayuntamientos que se han puesto manos a la obra para tratar de frenar los efectos del picudo y, de hecho, un gran número de esos concellos han solicitado asesoramiento a O Areeiro.

Asimismo, la Consellería do Medio Rural también elaboró en febrero de 2016 un plan de acción para el control del picudo en la Comunidad Autónoma, con el objetivo de eliminarlo en las zonas en las que fuese posible y evitar su expansión a otras donde la plaga aún no está presente, así como contener estos organismos nocivos en los lugares en los que ya esté instalado. Para ello, el plan incluye realizar un seguimiento intensivo para detectar la presencia de estos insectos a través de inspecciones y métodos apropiados.

Sin embargo, a pesar de las acciones emprendidas, la plaga se ha ido extendiendo por la provincia porque, tal y como aclaró Mansilla, resulta muy difícil de controlar.

"Es muy complicado, porque las palmeras no solo están en jardines públicos, sino también en los privados y en estos cada propietario hace lo que quiere. Si uno realiza un tratamiento pero su vecino no, es como si no hiciese nada, porque el picudo se transmite de unas palmeras a otras. Además, los tratamientos no duran toda la vida, sino que tienen un plazo de seguridad y, superado este, hay que volver a aplicarlos. Para el picudo hay que hacer tres o cuatro tratamientos al año y ese proceso hay que repetirlo año tras año, toda la vida. Eso implica un gasto y hay gente que no quiere o no puede asumirlo. Cuando el tratamiento no se aplica o se interrumpe, el picudo se transmite, por eso es tan difícil poder controlarlo", señaló.

Debido a su potencial colonizador y a que constituyen una amenaza para los árboles, estos insectos han sido incluidos en el Catálogo Español de Especies exóticas Invasoras, aprobado por Real Decreto en 2013.

Algunos concellos como el de Pontevedra van consiguiendo mantener a raya esta plaga, pero en otras muchas localidades su efecto ha sido devastador y, al otro lado de la frontera, ese daño es todavía más grave. Según Mansilla, "en nuestra provincia hablamos de entre un 70 y un 80%, pero en Portugal casi todas las palmeras están muertas".

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