La universidad del miedo (I)

eL Derecho es la primera norma social que emplea el miedo para imponer sus decisiones. Es por tanto un poder coercitivo con el que llevamos conviviendo desde la invención de la sociedad, ya que sin leyes que regulen la convivencia, no podrían existir sociedades. Existen otras organizaciones que emplean el miedo como método de imposición de sus ideas: el poder en algunas instituciones también lo emplea para obtener sus objetivos, aunque sean ilegales o difamatorios. No reparan en coaccionar a otros empleados para hacerlos testigos de sus manipulaciones. Siguen a Tocqueville cuando decía: «Ya no te quitarán tu vida, ni siquiera tus bienes, simplemente dirán que no eres uno de los nuestros». Intentarán expulsarte de la Universidad, pero como no puedan, te amargarán la vida. Intentarán que te tragues tu dignidad, y si no lo haces, te llamarán orgulloso. No les importa emplear el despido, el control de las promociones, el reconocimiento social, manipular nuestra dignidad virtual, nuestro prestigio para doblegar a los dignos. Por desgracia, en algunas Universidades, estimulado por el equipo rectoral han convertido en valores promocionales la docilidad, la carencia de criterios propios, la sumisión… Por el contrario, la independencia de criterios, la defensa razonable de los mismos, la coherencia vital son características que hacen a los individuos molestos, poco controlables e insumisos. Estamos en una sociedad que no te permite la dignidad, que castiga la coherencia. Cuando un conocido que se llama ‘amigo’ te entrega a tus enemigos, como Judas a cambio de treinta monedas de plata, es por alguna razón: envidia, deseo de promoción o miedo a la coherencia y a la honradez. El miedo por la supervivencia, a perder el prestigio, a mantener cierto nivel de poder se defiende con emeritaje. Están acabando con la dignidad del universitario. Parafraseando a Solzhenitsyn me atrevo a decir: «En nuestra universidad la mentira y la indignidad han llegado a dejar de ser una categoría moral para ser un pilar del rectorado». Han convertido a sus trabajadores en cortesanos, que en palabras de De Ségur los definía: «Los cortesanos siempre han sido enemigos del mérito que les lastima, y de la superioridad que les humilla»; hecho que les convierte en amantes eméritos. La mentira es un tema tradicional de la literatura española. Cervantes ya decía: «El miedo que tienes, dijo Don Quijote, te hace, Sancho, que no veas ni oigas a derechas; porque uno de los defectos del miedo (o de la ambición) es estorbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son; y eso que tanto temes o ambicionas no lo alcanzarás a un bajo precio». Retírate o jubílate y deja la facultad, que ella sola se bastara para triunfar. De las universidades madrileñas una ha convertido a muchos de sus profesionales en expertos del disimulo del miedo. Shakespeare decía: «Una cara mentirosa debe ocultar lo que sabe un corazón falso». Me preocupa que en esta universidad el miedo se convierta en instrumento de progreso, y como decía Manzini: «El verdadero instrumento del progreso radica en el factor moral»… Continuará

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