Las cuentas de España

Los miembros del CIO, como les gusta que les llamen, ya están en Madrid. Verán las instalaciones que ya están hechas, aquellas que se están construyendo y aquellas de las que todavía no se ha puesto la primera piedra. Da la sensación de que es una visita rutinaria y nada trascendental, pero no es así. Puede quitar más de lo que da, y por ello es clave. En la elección de la sede olímpica de 2012 –la decisión fue en Singapur en 2005- Sebastian Coe demostró que la calidad de los proyectos es relativa, que llegado a un momento determinado lo esencial es el lobby, las gestiones que se pueden hacer y las cábalas futuribles. La elección de una sede olímpica es como una operación matemática en la que hay sorpresas, aquellas que inclinan la decisión hacia un lado u otro, pero también es cierto que hay cartas que ya están marcadas. El COI, o CIO si lo prefieren, se cansó de repetir que lo de las rotaciones de continentes no era cierto, pero a la hora de la verdad los hechos demostraron otra cosa: los Juegos no siguieron en Europa y los de 2016 se fueron para América, jugando la baza del cono Sur. Las cábalas también son futuribles. Si nos ponemos a pensar, podemos sacar la conclusión de que el granero de votos de España estará en Sudamérica, que China y sus aliados nos apoyan, y eso quita respaldo a Tokio, pero Europa preferiría que los Juegos fueran en otro continente, especialmente Francia, Alemania o Italia, para mantener las aspiraciones de París, Roma y Berlín de cara a una hipotética candidatura en 2024. Pero también hay excepciones porque sobre el papel el Comité Británico apoya a Madrid. Los inspectores tienen que llevarse una buena impresión, sobre todo de que la candidatura tiene las cosas claras y que el país quiere los Juegos, una circunstancia que en España se produce y es una buena señal. Cada vez más hay la sensación de que los necesitamos, y eso al COI le gusta.

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