Las raíces del futuro

La obsesión por conseguir resultados deportivos y la gloria del pasado suelen cegar al pueblo de Pontevedra. Cualquiera que entrase ayer en Pasarón podría imaginar que el equipo de la ciudad juega en Segunda División. ¿Qué escuadra es capaz de meter 6.000 personas en sus gradas en esta categoría? No hay otra. La afición también es fútbol. Y el campo de O Burgo puso de manifiesto que en sus butacas hay mucha historia, vida y corazón. Ello no implica, sin embargo, que el bloque pontevedrés tenga más derecho que otros a disputar una competición superior. El alto grado de afiliación solo es el mejor aval para la supervivencia de una institución y también su mejor valor de futuro y económico. Con el respaldo de una gran cantidad de seguidores es más fácil disponer de dinero para poder fichar, pagar nóminas de trabajadores y futbolistas y amortizar deudas contraídas durante los años oscuros. El club ha debido aprender una lección. Con el reclamo del 50 aniversario del ascenso a Primera División, unos precios de entradas más populares y la implicación de la hinchada, se puede devolver a Pasarón el ambiente de las grandes tardes de domingo. Y con ese apoyo en las gradas no solo se consigue satisfacer a la hinchada, sino que también se conquista el ánimo para los futbolistas en la búsqueda de sus objetivos. Después, está lo del dinero. Es más interesante llegar a 1.000 euros con 200 entradas a cinco que con 5 a 200. Eso y la buena actitud y rendimiento de los jóvenes jugadores del Pontevedra, que han dado mucho más de lo que se podía aguardar de ellos al principio del curso, son la base para un club importante. Que el equipo se meta en play off o no es algo secundario. No urge ni disputar la promoción ni ascender este año. Es mucho más importante dar continuidad a esta plantilla y a esta afición. Ellos son el futuro.

Comentarios