Las tertulias económicas

Dentro de las campañas contra el PSOE se han usado todos los temas posibles, e incluso alguno más. Desde la persecución a la Iglesia católica y a los católicos, por cierto, con una débil respuesta política, pasando por la politización de la Justicia, los ataques a la familia, el España se rompe, a la complicidad de Zapatero con los asesinos etarras. El tiempo fue poniendo las cosas en su sitio y ahora ya nadie hace esas acusaciones. Sin embargo, los propagadores de bulos y de difamaciones no cesan en su empeño, llegando incluso a retomar el tema de la autoría del atentado de Atocha. Pero eso son cosas que se olvidan. La lucha contra el terrorismo va bien gracias a la política de Zapatero, que obligó al PNV a sumarse sin ambages contra ETA. Veremos lo que hace ahora que fue desplazado del gobierno vasco. ¿Será verdad su lucha contra los asesinos de ETA? o ¿empezarán a justificar algunas acciones como la lucha callejera? ¡Pronto lo veremos! El cambio en el gobierno me parece, en principio, bien, por dos motivos: habían perdido la iniciativa comunicativa y entraron al trapo en defenderse y no atacar. Resultado: la pérdida electoral de Galicia, exactamente lo contrario que en Euskadi. ¿Pero cuál es la nueva estrategia de los voceros y tertulianos económicos y políticos?: la crisis y el consiguiente paro. Si hubieran iniciados querellas contra los constructores especuladores y la avariciosa banca, muchos ciudadanos empezarían a pensar en quien fue y es el culpable del desastre económico. Quizás por no calentar el ambiente de crispación no sería conveniente que lo hiciera el gobierno, pero el PSOE pudo poner en marcha organizaciones, conferencias y debates públicos para explicar el tema, además de comparar las consecuencias de una política económica de derechas y una de izquierda. Muchos dirán que la política económica, y sobre todo la economía, no tienen ideología. Que tiene que cumplir unas reglas que responden automáticamente a una ciencia casi exacta. Pues no es verdad. La economía es una ciencia empírica, en la que no se pueden aplicar teorías exactas y matemáticas, ya que no son posibles. Existen hipótesis que son tan cambiantes como cambiantes son sus variables. La ciencia económica sólo sirve para encontrar explicaciones después de que los hechos se hubieran producido. La única verdad existente es que hay acciones económicas que favorecen a los capitalistas y otras que favorecen el consumo de los más débiles y dinamizan los mercados y la cesta de la compra. Como decía Proudhon: «El campo de observación de la ciencia económica es la sociedad…» y no una parte de ella. Sin embargo, sesudos analistas nos imparten doctrina todos los días sobre las soluciones de la crisis. Habría que verlos a ellos ocupando un puesto de responsabilidad en el gobierno con sus fórmulas mágicas e indemostrables. Como decía Churchill: «El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después, por qué no ha ocurrido». Menos mal que la orientación de la política económica mundial está en manos de un revolucionario capaz de romper con el capitalismo hiperliberal, y la española está pensada para no dejar caer en la marginación del consumo a millones de españoles.

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