Lecciones a la vera de un circo

El pontevedrés Carlos García-Alén con sus alumnos en el aula donde imparte clase
photo_camera El pontevedrés Carlos García-Alén con sus alumnos en el aula donde imparte clase

PONTEVEDRA. ¿Qué diferencia hay entre un maestro común, de esos que entran todas las mañanas en el colegio para impartir sus clases de lengua o ciencias hasta que suene el timbre, y un maestro de circo? "No adiestro leones o enseño a los artistas a hacer malabares, a pesar de que mucha gente es lo que se imagina cuando le digo cuál es mi trabajo", confiesa con mucho sentido del humor Carlos García-Alén, un pontevedrés que desde hace tres años ha cambiado el aula fija por una adaptada al espacio que ofrece un camión. "Soy un profesor normal que enseña a sus alumnos a leer, escribir, multiplicar o a situar los ríos en el mapa, como cualquier otro colega. La única diferencia es que el colegio al que asisto a diario cambia de ciudad cada dos por tres debido al itinerario de actuaciones que tenga programado el circo", apunta.

Tras conseguir una plaza en una convocatoria pública anual de maestro itinerante en circos, este diplomado en Educación Física recorre España desde el pasado mes de septiembre junto a los miembros que conforman el Circo Mundial. "El primer año que me presenté a esta especie de oposición hice una sustitución, pero el curso pasado y el actual tuve la suerte de salir elegido para todo el año". Aunque este empleo le supone estar lejos de su familia y de su pareja, pasar muchas horas solo o tener que flexibilizar su horario laboral continuamente, García-Alén reconoce que esta experiencia está siendo una de las mejores de su vida. "Todos los días aprendo cosas nuevas y eso me encanta. Cada circo es distinto, por lo que he tenido la oportunidad de vivir situaciones que me han enriquecido muchísimo. Sé que este no es un trabajo de por vida, puesto que para poder seguir este ritmo no debes tener carga familiar, pero no me importaría repetir uno o dos años más", confiesa.

Precisamente, desde este año, no hay plazas fijas para este puesto, "solo se oferta para personal interino", porque la Administración "sabe que ninguna persona puede trabajar de maestro de circo para siempre".

Sobre su día a día, el pontevedrés relata que lo que más echa de menos es contar con algún compañero para tratar dudas, anécdotas o problemas que van surgiendo entre lección y lección. "Yo soy el director, el jefe de estudios, el profesor y el conserje que abre y cierra el colegio". Pero, además de todo esto, Carlos es también un vecino más de sus alumnos, algunos de ellos miembros del circo y otros hijos de los artistas o de los trabajadores encargados del montaje, mantenimiento de animales o conductores, entre otros.

"Aquí no vale que un niño venga a clase con la excusa de que no hizo los deberes porque estuvo enfermo", vacila. "Más que nada porque, posiblemente, yo le haya visto patinando o jugando con sus amigos".

En relación con el número de menores a los que da clase, el profesor explica que varía mucho. "Puedes empezar el curso con doce niños y acabar con cinco". Todo esto despende de la duración de los contratos de sus padres o del espectáculo. "Lo que sí es cierto es que tenemos un aula unitaria a la que asisten alumnos desde los tres años hasta 6º de Primaria".

"También hay recreo". El plan de estudios y el horario son iguales que los que puede tener cualquier centro, "también tenemos recreo y consejo escolar, ¡eh!", dice el pontevedrés.

Las clases comienzan a las 09.00 y terminan a las 14.00 horas. "La única particularidad es que cuando el circo se tiene que mover existe un parón de varios días (debido al traslado progresivo de camiones y de las familias) que, por supuesto, recuperamos cuando ya estamos instalados en la siguiente ciudad". Por otro lado, Carlos García-Alén también debe adaptarse al calendario de funciones y ensayos. "A veces hay que cambiar horarios u organizar las tareas de otra manera, porque no puedes presionar a los pequeños o interrumpir su tiempo de trabajo. Son personas, no máquinas".

A pesar de que el número de días lectivos también es igual que para el resto de colegios, el establecimiento de los festivos locales y autonómicos que corresponden cada año en el calendario se decide entre él y los padres "por el mero hecho de que cada semana o mes estamos en un lugar distinto".

Aunque Carlos apunta que el tema de la escolarización de los niños del circo está muy mal, "debido a que solo hay 13 colegios itinerantes en España y decenas de montajes existentes", la calidad del aula itinerante es bastante buena. "Con la subvención del Ministerio, los jefes del circo montan un colegio o, si ya lo tienen, renuevan el material y las instalaciones para que los niños puedan formarse con todas las de la ley". Además de su lugar de trabajo, el tráiler ha sido en alguna que otra ocasión también su casa. "Entraba por una puerta y a la derecha estaban los pupitres y a la izquierda el lugar donde dormía y comía", una situación que puede llegar a agobiarte un poco, "pero a la que te acabas acostumbrando".

Si se le pregunta por una de las mejores cosas de su profesión, el pontevedrés tiene muy claro que el viajar tanto le permite, "además de disfrutar del turismo y conocer lugares nuevos", convertir muchas de sus lecciones en realidad. "Puedo visitar con los alumnos los monumentos que estudiamos en Historia, pasar por los ríos y las ciudades que entran en examen o convivir con chicos de otros centros educativos".

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