Llegó el momento de Esquerda Unida

EU tiene ahora sus mejores expectativas electorales, opciones que podrían reforzarse si se alía con Beiras, quien se aseguraría el escaño a costa de su biografía

El mediático asalto al supermercado del alcalde de Marinaleda y diputado autonómico andaluz Manuel Sánchez Gordillo ha colocado a Izquierda Unida en este agosto en el centro de lo focos. El PP ha encontrado una gran oportunidad para satanizar al gobierno de coalición de la Junta de Andalucía gracias a la acción de un Gordillo que ofrece la gran contradicción de quien actúa como un anti-sistema cuando forma parte de él, pues participa activamente en las instituciones. Al emular a Curro Jiménez, IU no refuerza precisamente su imagen de partido de gobierno ni de fuerza política coherente, aunque quizá el radicalismo verbal de Marinaleda pueda servirle para captar descontentos en el creciente magma del desosiego en una España que cae en manos de la troika a través de un rescate por fascículos.

Si bien en el barómetro del CIS publicado esta semana IU no avanza respecto al anterior y se mantiene en un nivel inferior al que le atribuyen las encuestas de algunos periódicos, la formación que dirige Cayo Lara, el Guillerme Vázquez de la izquierda española, está instalada en su máxima cota de este siglo, con un 8,6% de estimación de voto. Hay que remontarse a finales de los 90 para encontrar a IU por encima del 8% en las encuestas del CIS. 

A diferencia de la otra fuerza pujante en España, UPyD, lastrada por el desprecio a los gallegos de su lideresa y por su escaso predicamento entre el electorado autóctono, EU afronta las autonómicas con opciones reales de entrar por primera vez en el Parlamento. A diferencia de los años 90, cuando IU vivía en España una etapa de auge de la mano del califa Anguita, en Galicia tiene el campo más despejado para crecer. Lo hace básicamente por el efecto difusor de la política española, pues EU lleva lustros desaparecida de la escena gallega. El avance comenzó a verse en las municipales, cuando EU entró en el Ayuntamiento de A Coruña y se quedó a las puertas en el de Vigo. En las generales del 2011 en las provincias atlánticas se aproximó al 5% de los votos que le daría escaños en las autonómicas.

La ruptura del BNG, la mala gestión de la escisión y la decadencia de un PSdeG bloqueado por el incierto pulso entre Pachi y Pepe Blanco mejora aún más la coyuntura gallega para una Izquierda Unida que tiene mucha más visibilidad en el Congreso, con diputados emergentes como Alberto Garzón y el catalán Coscubiela. En las direcciones de los tres principales partidos gallegos prima el convencimiento de que, como además se espera una elevada abstención, EU puede entrar en el Parlamento gallego.

Esas opciones se reforzarían si EU se coaligase con Beiras y su nuevo grupo, Anova. Se trataría de una suerte de reedición de la fallida alianza de 1993 de la EU de Anxo Guerreiro y la Unidade Galega de Camilo Nougeira, pero en un contexto más favorable, ya que entonces la ascensión del BNG era imparable. Sin embargo, tal vez EU no necesite ahora ese pacto, que puede acarrearle conflictos posteriores.

Resulta llamativo que sea el independentista Mariano Abalo uno de los impulsores de la entente con una fuerza de ámbito estatal, por más que se le reclame el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Para un Beiras que siempre presumió de haber rechazado la oferta para entrar el PSOE en la Transición, sería una vuelta de tuerca en su biografía, pero previsiblemente le serviría para asegurarse el regreso al Parlamento.

El escrutinio final de las autonómicas debería adelantarse


La reforma de la ley electoral más urgente en Galicia debería ser la de adaptarla a la nueva situación del voto exterior, pues no tiene sentido esperar ocho días por las 15.000 papeletas que van a llegar con el vigente procedimiento de votación, reforzado por las sentencias de Asturias. Debería volverse a los cinco días que había antes del cambio que impulsó Fraga en 2004 o a los tres que hay en otras autonomías.

La decisión sobre las elecciones, para septiembre

La decisión de Feijóo sobre si adelanta las elecciones al otoño o si acaba la legislatura puede quedar para septiembre, según las previsiones que se manejan en el Partido Popular justo cuando el presidente de la Xunta se toma unos días de descanso, en los que reflexionará sobre este dilema, al que se ha añadido una novedad sobre el que tuvo Touriño en el verano de 2008. Y es que Feijóo duda entre anticipar o terminar la legislatura, con la reforma de la ley electoral para reducir el Parlamento gallego de 75 a 61 escaños como telón de fondo.

Aunque en estos momentos de gran inestabilidad, bajo la amenaza cada vez más evidente de un nuevo rescate parcial de España, las previsiones se modifican con gran rapidez, el PP trabajaba hasta ahora con la idea de que si se convocan las elecciones anticipadas no se efectuaría el recorte del número de diputados. En cambio, en la oposición temían desde hace semanas que los populares pudieran, incluso recurriendo a la vía de urgencia, lo que llevaría a un equilibrismo parlamentario que introduciría más tensión, ya que debería ser la Xunta la que propusiese reducir los escaños. Unas declaraciones de Feijóo a Europa Press conocidas ayer alimentan esa teoría, aunque no parezca muy probable que se haga realidad.

En todo caso, los elementos de confusión se multiplican. Hace unas semanas el portavoz del PP, Pedro Puy, apuntó la posibilidad de que la comisión de investigación de las cajas comenzase a trabajar en agosto, lo que hacía más improbable el adelanto electoral para el otoño. Sin embargo, cuando la semana pasada el Parlamento acordó crear esa comisión, no se concretó en qué momento comenzará a funcionar.

Sí se empieza a ver que difícilmente Feijóo va a convocar las elecciones en la fecha favorita de Fraga, la del primer domingo de después del San Froilán, que sería en este caso el 21 de octubre, para lo que el decreto se debería publicar en el DOG el 28 de agosto. La previsión es que el Consello de la Xunta no se reúna hasta el día 30. De este modo, en caso de que hubiera elecciones anticipadas serían para el 28 de octubre o, más bien, para el mes de noviembre, tal vez para el domingo 11 o el 18.

Pero antes de elegir la fecha, Feijóo tiene que decidir si agota la legislatura, de modo que las autonómicas sean en marzo o abril del año próximo, o si disuelve el Parlamento. La ampliación hasta los primeros días de septiembre del período de reflexión le permitirá al presidente de la Xunta pulsar el ambiente en la vuelta de las vacaciones, cuando entran en vigor algunas de las principales medidas de ajuste, y contar con más tiempo para que Rajoy le pueda informar sobre sus previsiones para los próximos meses, tarea realmente difícil en la situación en la que está España y su Gobierno.

El barómetro del CIS, que señaló esta semana una aceleración del ritmo de caída del PP, empuja a Feijóo hacia el adelanto, pues aunque esta encuesta no sea extrapolable a Galicia, sí señala las tendencias en España, que tienen su reflejo a escala autonómica. Pero al mismo tiempo en el PP temen que el ambiente esté muy enrarecido.

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