Los lobos matan una yegua en el monte morañés de Acibal

Los criadores de caballos cifran en 30 las cabezas de ganado muertas durante este año
La última yegua muerta apareció cerca de la parroquia de Xeve y tenía siete años
photo_camera La última yegua muerta apareció cerca de la parroquia de Xeve y tenía siete años

Echaron en falta una yegua en el recuento que hicieron el 12, y al día siguiente la encontraron muerta y parcialmente devorada por los lobos. La familia de Luis Calvo, presidente de la Asociación Cabalar Monte Acibal y propietaria del equino, asume con resignación y contrariedad un revés que se repite periódicamente.

Calvo encontró el cadáver del animal en una pista situada en la pendiente del pastizal ubicado entre Xeve y Verducido. Otros ocho fueron víctimas de las fauces de los lobos durante este año, indica. Agrega que no dispone de datos concretos del total, pero calcula que pudieron ser alrededor de 30 los equinos que sirvieron de alimento a los lobos en 2015. 

Primero atacaban a los potros porque les resultaba más fácil su objetivo, pero desde que comenzaron a escasear, sus víctimas son los caballos y las yeguas, como la suya, que tenía siete años. "Terminarán con todos e quedará o monte pelado", vaticina Luis Calvo. "A ver que comen despois os lobos", se pregunta. 

En septiembre perdieron otro caballo por las mismas causas. Se llamaba ‘Titán’ y había nacido en el monte. "Os animais criámolos porque nos gustan, non imos estar facéndoo para que sexan o seu alimento", comentó entonces Graciela, su hija. 

Ante una situación que se repite, los criadores afirman sentirse totalmente desamparados porque a lo único que pueden aspirar es a cobrar una indemnización, para lo que tienen que espera más de un año y que no siempre reciben. 

Calvo añade que tiene que verse ante situaciones que invitarían a reír si el trasfondo del tema no fuese tan serio, como le sucedió a él cuando recibió el resultado de una larga investigación realizada por la Xunta en la que figura que una manada de cánidos atacó a varios caballos y potros cuando se encontraban en el interior de una finca cerrada. 

Cuando se encuentran con una res muerta se plantea un dilema, indica Calvo, porque la normativa les obliga a solicitar un transporte especial para que se encargue de trasladar el cadáver hasta la planta incineradora situada en Cerceda (A Coruña), y deben afrontar el gasto que supone. 

La práctica habitual es dejarlos en el monte, porque en dos o tres días, primero los lobos y después las alimañanas, solo dejan los huesos, mientras que si retirasen los cadáveres, el hambre provocaría que sus reses estuviesen antes en peligro.

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