Los surtidores fantasma de la gasolinera de Canelas

El proyecto de mejora de la PO-308 servirá para eliminar las ruinas de una estación de servicio que nunca llegó a estar operativa. Las instalaciones comenzaron a construirse hace más de 20 años, pero fueron paralizadas en varias ocasiones

El inicio de la mejora de la seguridad vial en la PO-308 no solo servirá para dotar a la carretera autonómica de nuevas plazas de aparcamiento y espacios exclusivos para viandantes y ciclistas, sino también para borrar del mapa los restos de la antigua gasolinera de Canelas, una instalación que nunca llegó a construirse al 100% y que fue motivo de disputa entre su propietario y el Concello durante varios años.

A día de hoy, lo que queda en pie de la inacabada estación de servicio ha sido vallado por el dueño de la parcela. Desde el arcén todavía pueden consultarse los precios de gasolina, sin plomo y gasóleo que figuran en unos surtidores que nunca llegaron a producir beneficios. La construcción de la infraestructura comenzó hace más de un cuarto de siglo. Pese a carecer de licencia, su responsable insistió en habilitar una gasolinera a pocos metros de la Discoteca Canelas. Comenzó entonces una batalla burocrática que se prolongaría durante más de una década, porque, si bien el cierre de la instalación se produjo incluso antes de que finalizasen los trabajos, su estado posterior de abandono fue motivo de queja por parte del Consorcio de Empresarios Turísticos de Sanxenxo (CETS), que llegó a enviar en 2002 un escrito al Valedor do Pobo para denunciar el "foco de infección" en el que se había convertido la zona. En la actualidad, vecinos y hosteleros del lugar lamentan el reducido espacio del que disponen los peatones para caminar en ese emplazamiento, así como el ‘feísmo’ que producen las ruinas en un enclave en el que hay varios hoteles.

Uno de los exalcaldes a los que les tocó lidiar con este problema fue José Luis Rodríguez. Fueron varias las reuniones que mantuvo con el responsable de la gasolinera durante su primeros años al frente del Consistorio. “El problema ya venía de atrás”, rememora Rodríguez Lorenzo, retirado de la vida política desde hace unos meses. "Durante los mandatos anteriores, con Elisardo Balboa y Nieto Barros en la Alcaldía, hubo que paralizar las obras, porque carecían de licencia. Era imposible darle legalidad a esa actuación, entre otras razones porque invadía la carretera", explica el exconcejal de PSOE y VIPS.

TIRA Y AFLOJA. El tira y afloja entre el propietario y el Concello vivió varios momentos variopintos. Uno de ellos se produjo poco antes de la clausura definitiva del fallido proyecto. "Llegó a traer algunos camiones cargados de combustible para regalárselo a gente que pasaba por allí", recuerda José Luis Rodríguez. Esa fue la única vez en las que esos surtidores fantasma estuvieron operativos, aunque fuese de una manera tan peculiar. Posteriormente, el Ayuntamiento procedió a rellenar los depósitos con arena, a fin de evitar problemas derivados de escapes de gases.

Años después, en plena década de los 90, la parcela pasó a convertirse temporalmente en un gallinero. Fue la gota que colmó el vaso. Con el cambio de siglo, el CETS denunció ante las consellerías de Medio Ambiente y de Política Territorial que la antigua gasolinera había pasado a ser un vertedero. "Se ocupó un espacio y, a pesar de no haber llegado a entrar en funcionamiento, la parcela nunca fue restituida a su estado original", rezaba el escrito, que también fue presentado en el Concello, dirigido ya entonces por el ‘popular’ Telmo Martín. El documento definía las ruinas como "un cementerio de animales" y un "foco de infección".

Ante la pasividad de la Administración autonómica, el colectivo de empresarios hosteleros acudió al Valedor do Pobo. Finalmente, la parcela fue vallada y su aspecto "mellorou un pouco", tal y como reconoce una vecina. No obstante, problemas como la invasión del arcén todavía continúan a día de hoy.

La vieja estación de servicio ocupa un terreno que la Consellería de Infraestruturas utilizará para habilitar una senda peatonal. No obstante, parece complicado que la desaparición de la gasolinera se haga realidad a corto plazo. La Xunta prevé adjudicar los trabajos de la primera fase del proyecto antes de que acabe febrero, pero estas obras se centrarán en el tramo comprendido entre A Lanzada y el lugar de Soutullo.

El presidente de la Plataforma da PO-308, José Luis Prieto, se ha acostumbrado a la presencia de los viejos surtidores. "Leva así desde hai 20 anos ou máis", explica. Con respecto a su eliminación, reconoce que "aínda tocará agardar". El colectivo que lidera quiere que la Administración autonómica continúe agilizando los plazos de ejecución del resto de la actuación una vez que los trabajos iniciales se pongan en marcha. "Non queremos que a obra se atrase aínda máis", enfatiza Prieto, que explica que "eu pelexei moito para que a mellora da estrada comezase en Portonovo, pero non puido ser. Confío en que, polo menos, a segunda fase si que se desenvolva aquí".

Mientras la maquinaria de la adjudicataria no haga acto de presencia, Canelas seguirá contando con una gasolinera que, a pesar de no haberse inaugurado nunca, sigue siendo muy conocida en diferentes lugares del municipio.

Sanxenxo dispone actualmente de tres estaciones de servicio. Dos de ellas se encuentran en O Vinquiño, mientras que la tercera permanece operativa en el casco urbano de Vilalonga. Curiosamente, el proyecto fallido de la estación de servicio de Canelas no es la única que ha caído en saco roto en la villa turística de O Salnés.

Hace unos años, el Concello anunció la concesión de una licencia para la construcción de una instalación similar en las inmediaciones del vial de acceso a la Vía Rápida. Sin embargo, la actuación no llegó a llevarse a cabo. Tan solo se realizaron tareas de limpieza de los terrenos. Fuentes del Consistorio reconocen que las razones de esta paralización repentina son una incógnita.

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