Manual del ahorrador

El buen ahorrador se levanta cada mañana pensando en cómo optimizar su sueldo y hacer, no ya que llegue a fin de mes, sino que haga las veces de remanente. Al trabajador que quiere dormir tranquilo, la frase de Solbes “hay que ahorrar” se le ha metido en el cerebro y no hay manera de sacarla fuera. Oye a su vecino decir con sorna “hay que ahorrar, hay que ahorrar; que ahorre el Gobierno y el ministro de Economía, que bien que lo ganan...” y piensa: “sí claro, lo ganan; pero yo no gano ni la décima parte y tengo que mirar por lo mío, no por lo del presidente y sus hombres de confianza”. También cavila en que si finalmente se hace realidad esa amenaza de la crisis, nadie le salvará de irse al paro y que más vale seguir la fábula de la cigarra y la hormiga que perder el tiempo en mofarse de los políticos y sus advertencias, que algo saben. Este ahorrador se modera cada día y ha decidido no ir tanto de terraceo. Tampoco se trata de mandar al garete al sector de la hostelería, se dice, pero a lo mejor con un par de días de cañitas llega, logra convencerse. Es más, este verano ha decidido hacer turismo nacional, a no ser que encuentre una estupenda oferta al extranjero. En la rebajas, el moderado no se ha gastado más de 60 euros y ese coche y otros caprichos que tenía pensado quedarán para otro año. Que será mejor, piensa el ahorrador, que ya apoya la cabeza en la almohada un poco más tranquilo.

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