Manzano explica la trama de dopaje del Kelme

El exciclista Jesús Manzano hizo hoy un relato pormenorizado de las prácticas de dopaje sistemático, generalizado y masivo en el equipo Kelme, en las que implicó tanto a los técnicos como a los médicos, al asegurar que "la planificación física estaba coordinada con la médica".

El excorredor, que prestó declaración como testigo en el juicio de la Operación Puerto, fue en 2004 el primero en denunciar dopaje en el ciclismo español y ejerce la acusación particular contra los médicos Eufemiano y Yolanda Fuentes, el director deportivo del Kelme en su etapa, Vicente Belda, y el preparador físico, Ignacio Labarta, a los que solicita una indemnización de 180.000 euros.

Manzano confirmó el programa de dopaje que siguieron entre 2000 y 2003 todos los corredores del Kelme -salvo Juan Miguel Cuenca, por un problema en las venas de sus piernas-, que incluía el suministro sistemático de medicamentos a los corredores -algunos de origen animal- y extracciones y reinfusiones de sangre.

A preguntas de su abogado, Manzano detalló que se les subía artificialmente el hematócrito -nivel de viscosidad de la sangre para rendir mejor- con inyecciones de EPO, medicamento de uso hospitalario, por vía intravenosa o subcutánea en tratamientos que duraban un mes, tras los que paraban 12 días para eliminar restos.

El testigo, que aseguró que estaba "supeditado a los médicos del Kelme", señaló que al término de ese proceso se les extraía un litro de sangre, que se guardaba en dos bolsas de 500 mililitros para posteriores reinfusiones, de las que él se sometió a dos.

A veces, la EPO se administraba durante las carreras, por lo que los médicos proporcionaban a los ciclistas unos 'polvos blancos' que eliminaban las proteínas de la orina e impedían detectarla los controles de la Unión Ciclista Internacional (UCI)

"Los de hematócrito bajo bajaban antes al control, mientras a los demás nos inyectaban albúmina humana y suero (que aumentan la fluidez de la sangre). Si nos pinchaban en el brazo izquierdo, para el control ponías el derecho", dijo.

Manzano, que también implicó en la trama a los médicos Alfredo Córdova y Walter Viru -implicado en 2009 en la Operación Grial contra el dopaje-, dijo que el Kelme asumía el coste de los tratamientos, que además de EPO incluían HMG -hormona femenina que obtenían con recetas a nombre de Yolanda Fuentes- y medicamentos de origen bovino como Actovegin.

El uso de este producto, junto al de una hemoglobina de origen canino llamada Oxiglobin, hacía que Belda dijera de sus corredores que 'unos días van ladrando y otros mugiendo', relató hoy Manzano.

También reveló los nombres en clave de las sustancias: "Pelas" para la EPO; "Aceite" para la sangre; "Gas Bus" para el Actovegin; "Alubias" para el Andriol, un tipo de testosterona que solo se usaba en entrenamientos; o 'cuadriculadas' para las pastillas que eliminaban por el sudor y la orina la albúmina y el suero con los que habían disimulado el hematócrito alto.

"Se me obligaba a tomar esos medicamentos; si no sigo tomándolos, automáticamente voy a la calle. No hago esto por venganza, lo hago por mí y porque haya un ciclismo limpio. Hay que limpiar el ciclismo, unos quieren limpiarlo y otros no", afirmó.

Antes de la declaración de Manzano, que aseguró que "Manolo Saiz no tiene nada que ver en todo esto", el experto independiente contratado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el alemán Yorck Olaf Schumacher confirmó los riesgos que para la salud suponen tanto las extracciones de sangre como las autotransfusiones.

El perito, que seguirá declarando el viernes debido a los problemas en la traducción, subrayó que la cantidad de sangre que solía extraer Fuentes -entre 500 mililitros y un litro- es el 20 por ciento de la que hay en el cuerpo, "lo que trastoca su funcionamiento", y que las autotransfusiones ni siquiera están recomendadas en las cirugías programadas.

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