"Hay más casos; otros no hablan por miedo", sostiene el joven denunciante

"Sentí asco. Tanto yo como mi amigo nos quedamos atónitos", relata el joven

José María Díaz, exdeán de la catedral de Santiago. LAVANDEIRA JR (EFE)
photo_camera José María Díaz, exdeán de la catedral de Santiago. LAVANDEIRA JR (EFE)

El joven que denunció ante el Obispado de Mondoñedo-Ferrol a José María Díaz, exdeán de la Catedral de Santiago, asegura que dio el paso recientemente porque fue cuando reunió "el valor" para hacerlo y afirma que conoce "algunos casos más" que no hablan "por miedo". "Mondoñedo sigue siendo un pueblo profundamente eclesiástico", señala. 

El Obispado ha activado una investigación, que todavía no se ha cerrado, y ha apartado de sus funciones al sacerdote, que vive en Mondoñedo desde que abandonó la capital gallega, donde ejercía de deán cuando se produjo el robo del Códice Calixtino en 2011, y que tiene una edad avanzada. 

El denunciante, que prefiere no hacer pública su identidad, ha trasladado a Europa Press que decidió dar el paso recientemente porque antes "no se sentía valiente". "Fue una actitud impropia. Tenía miedo, cuando lo dije me sentí liberado y mis padres me apoyaron en todo", ha rememorado. 

Aunque ahora no vive en Mondoñedo, recuerda los hechos "con nitidez". Sucedieron hace tres años y estaba con un amigo cuando el sacerdote les pidió ayuda para bajar unas escaleras en la Plaza de la Catedral, y fue en ese momento cuando le tocó el trasero. 

"Sentí asco. Tanto yo como mi amigo nos quedamos atónitos y nos preguntamos qué hacer, pero finalmente decidimos pasar", ha explicado, antes de señalar que, precisamente, su amigo se ofreció a ser su testigo en el caso de que impulsase cualquier actuación. 

A LA ESPERA DE QUE SE CIERRE EL PROCEDIMIENTO ECLESIÁSTICO 
Cuando decidió dar el paso, se lo comentó a sus padres y denunciar lo sucedido en la Diócesis. "Lo primero que se hizo fue hablar con el obispo", ha señalado, antes de incidir en que, "en lo eclesiástico", tiene la impresión de que "está todo muy protegido". 

En su conversación con Europa Press, el joven, quien se declara "creyente" y asegura que dejó de ir a misa afectado por el episodio, ha explicado que, por el momento, no ha decidido si acudir o no a los tribunales. 

Apuesta, en principio, por esperar a que se cierre el procedimiento eclesiástico y ver "qué hace" la Iglesia. Con todo, lamenta que, por el momento, aunque supuestamente el sacerdote tendría que estar "recluido en su casa", sigue "yendo a la Iglesia y a tomar el café".