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Están muy equivocados los constructores cuando dicen que el aumento de la calidad de las construcciones con la normativa Hábitat va a subir el precio de los pisos. Su argumento es: más calidad, mayor precio. Y no es que no les crea, pero no sé por qué razón hasta el aire que nos rodea hace que suban los pisos. No son maneras. Estamos ante el rebote de un sector que está entrando en crisis y que ya no tiene la fuerza de antes para hacer frente a una Administración que intenta poner algo de orden. Y casi, casi, suena a amenaza. Tú me pones condiciones, pues yo subo el precio. Es un discurso que deja entrever poca diplomacia en unos momentos delicados y muestra la arrogancia de un sector que siempre ha campado por sus fueros. La verdad es que los gobernantes tienen que tener agallas para meterse con algunos sectores económicos, porque cuando éstos están arriba no hay quien les tosa, y cuando van a la baja juegan con el chantaje político-emocional de todo el paro que pueden generar y eso, traducido en votos, es algo que escuece a cualquier político. Pero los señores del ladrillo deberían de ser más cautos con las familias entrampadas por culpa de la maldita hipoteca y no amenazar así de esa manera. Hay que tener más delicadeza con los que les han hecho amasar fortunas. Por cierto, a la hora vender un piso habría que adjuntar la relación detallada de todos sus costes, hasta el más mínimo. ¡Más información y menos chantajes!

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