Meaño despide a su cura de toda la vida

MEAÑO. José Rial Martínez confesó en una ocasión que tener que oficiar el entierro de una chica muerta por meningitis le provocó un fuerte impacto. Fue uno de los primeros funerales en los que tuvo que participar el huérfano de un marinero de Hío (Cangas), que apenas tuvo tiempo de conocer a su madre y al que internaron en el Colegio de los Huérfanos del Mar, en Panxón. Tui fue su siguiente destino en su etapa de formación, donde estudió Humanidades, mientras que en Santiago cursó Teología.

Comenzó su carrera como cura de Ons, y no tardó en asimilar que si sus habitantes hablaban en voz alta era porque querían hacerse entender y su voces tenían que imponerse al sonido del viento del Norte, que era una constante.

Se encontró a gusto en Simes (Meaño), adonde llegó en el año 1975 y donde realizó su labor hasta hace un mes, cuando su estado de salud se lo impidió. Fueron 38 años de actividad, que se suman a los 29 dedicados a la parroquia de Lores y a la ocupación transitoria de las de Xil y Meaño.

Quienes trataron con José Rial, y fueron varias generaciones, lo definen como un hombre bonachón que usaba la ironía ante las preguntas comprometidas, siempre sin acidez, afable y campechano. Su oronda figura era habitual en las partidas de naipes o dominó después de comer o al lado de sus convecinos degustando un vino.

Lourdes Ucha, que tenía seis años cuando llegó a Meaño, asistió al catecismo en la iglesia de Simes, fue su vecina puerta con puerta y es la alcaldesa del municipio, dijo de José Rial que fue un hombre cercano, muy de la calle y siempre próximo a la gente.

Se dedicó en exclusiva a las labores pastorales. Su afición por el tabaco le pasó factura y en los últimos tiempos aumentó la duración de las misas porque le costaba leer y respirar al mismo tiempo.

Tal vez la nicotina que acabó en sus pulmones hubiera sido la causa de su peculiar voz, ronca como la del cantante y trompetista de Nueva Orleans Louis Amstrong, que falleció cuatro años antes de que José Rial hubiese iniciado una larga etapa de servicio a la comunidad que lo convirtió en un meañés más.

Falleció a los 77 años, su cuerpo se encuentra en el tanatorio de Sanxenxo, y el entierro se celebra hoy, a las 10.30 horas, en Simes. En agosto se cumplirán 50 años desde su ordenación.