Mil y una noches en La Luna

Vista general de la pista principal de baile de la discoteca. Al fondo, la orquesta Síntonía de Vigo. david freire
photo_camera Vista general de la pista principal de baile de la discoteca. Al fondo, la orquesta Síntonía de Vigo. david freire

PONTEVEDRA. A las 17.30 horas, como cada fin de semana, la discoteca La Luna abre sus puertas. Todo está listo para recibir a los más puntuales a la cita. La orquesta está a punto de iniciar su espectáculo, las televisiones están encedidas con el partido del día, los camareros se colocan en sus puestos y la bocatería empieza a calentar sus fogones. Así durante 25 años. Domingo va y domingo viene. «Domingos, pero también sábados y fechas especiales», puntualiza el dueño del negocio, Luis López Basalo, que detalla como el Carnaval o las fiestas navideñas también son laborables para el equipo de La Luna.

Casi todos los que llegan a primera hora son caras conocidas. Muchos lo hacen en los autobuses que dispone la propia discoteca desde distintas aldeas y ciudades de la provincia, otros, sin embargo, prefieren acercarse con su vehículo particular, pero todos cruzan el umbral de la puerta de la sala de fiestas con la intención «de desconectar de la rutina, echar unos bailes y pasar un buen rato». «A mi edad hay pocos lugares en los que pueda divertirme», dice María, una mujer de 75 años que todos los domingos «sin perdonar uno desde hace dos décadas» se desplaza desde La Magdalena para «escuchar música y mover el esqueleto», bromea. Si no fuera por este lugar, «yo ya estaría muerta».

A cada minuto que pasa, La Luna empieza a llenarse de gente: parejas, grupos de amigos, familiares y alguno que otro al que le ha tocado ir solo. Los más mayores eligen la primera sesión, que suele alargarse hasta las 23.00 horas, aproximadamente. «Escuchamos a la orquesta, hablamos con nuestros amigos y, a veces, cenamos antes de volver a casa. ¿Qué mejor forma de terminar la semana? Además, no hay otro lugar como este en toda Galicia. Venimos desde hace 19 años y seguiremos viniendo hasta el final de nuestros días», cuenta Amancia, natural de Marín. «¿Acaso los de 70 años no tenemos derecho a disfrutar de nuestro tiempo de ocio?».

«Los de 70 y los de 40. Aquí hay sitio para todo el mundo. Intentamos ofrecer un servicio con el que todos se encuentren a gusto», reconoce el dueño. De ahí que el local tenga espacios para distintas finalidades: una gran pista de baile, varias zonas de reservado para hablar y tomar algo, otras con más luz y con grandes televisiones, una bocatería... «Cada uno elige».

Precisamente, la viguesa Dolores Barreiro es una de las que, «aunque ya no pueda bailar mucho», le encanta arreglarse cada fin de semana para pasar la tarde en La Luna. Ya han pasado 24 años desde que entró en la sala por primera vez, por lo que «he vivido muchas cosas. Todas buenas eso sí», describe. «Amistades, algún ligue, por qué no, y mucha alegría. Aquí no hay cosas raras, ni problemas. La gente te respeta mucho. Si te soy sincera estoy más segura aquí que en mi casa. Porque no me siento tan sola».

Otros socios de la discoteca, como llama cariñosamente Luis a los clientes de siempre, son Carlos y Ricardo, de Poio y Cambados, quienes afirman que «con el paso de los años, en La Luna, han formado una gran familia».

Por el contrario, la pontevedresa Luisa y su marido, de 53 años, son «casi nuevos en esto», sonríe. «Es la tercera vez que venimos». «Muchos amigos nos habían hablado del lugar, pero nunca nos habíamos animado a venir hasta ahora». Aún así tripiten de forma consecutiva «porque nos lo pasamos muy bien. Las orquestas que traen son muy buenas y con el mal tiempo que hace fuera es un sitio perfecto para echar unos bailes sin pasar frío».

El turno de los jóvenes

Un momento clave de las jornada festiva es la hora del sorteo, sobre las 22.30 horas. «Todos los días que abrimos hacemos uno como mínimo». Con la entrada, que tiene un coste de 3,50 euros, cada cliente tiene un número asignado. Resulta complicado hablar con alguien que no haya sido agraciado alguna vez con una cena, un fin de semana en un hotel o algún electrodoméstico, entre otras cosas. «Ayer mismo, con motivo de San Valentín regalamos ocho cenas», explica López Basalo. «Además de ofrecer una hora de barra libre de champán. Dependiendo de la fecha hay sorpresas distintas».

Repartida la suerte y con las bolas fuera del bombo, el local empieza a vivir una transformación casi imperceptible para el que sigue dentro. Cuando el reloj pasa de la media noche, la orquesta ya ha dejado paso a un DJ, encargado de amenizar ‘el segundo asalto’ con música disco. Llega el turno de los más jóvenes, que acuden a la sala dispuestos a acabar la semana «como se debe». Entre ellos, por ejemplo, Mónica y Conchi, dos amigas de Silleda que bailan juntas las últimas bachatas de la Orquesta Sintonía de Vigo, que actuó el pasado domingo, mientras esperan al pinchadiscos. Álex, de Moaña, prefiere esperar tomándose una copa y hablando con sus amigos. Ya son tres años los que cumple como asiduo a la popular discoteca y, «seguro que serán muchos más», porque es el único lugar en el que han convivido y conviven varias generaciones de abuelos, padres e hijos.

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