No entienda

No hay nada más enojoso en el desamor que un tipo reclamando lo que no le dan de buen grado. La persona que insiste cree que los argumentos leguleyos son eficaces contra el desafecto y no lo son. Más bien al contrario. «Tengo tan buenos argumentos que me va a volver a amar». Jamás. Todos perdemos demasiado tiempo y energía tratando de comprender por qué sucedió. Y no existe un porqué. El porqué está delante del espejo. ¿Acaso uno va por la calle y le explica a cada persona por qué no es su marido o su mujer? «No puedo entender por qué si hasta hace diez días...». Y no entienda. Piense lo peor y estará cerca de la verdad. Cuando a uno le abandona su novia debe desaparecer de su vida por completo, porque, en realidad no le queda otra. Uno ya desapareció, esa es la esencia de la cuestión. No es algo que se decida. Es el otro quien decide. O acaso uno dice: «¡A ver en qué vida me gustaría estar! En esta, en aquella...». Va a estar en la vida en la que le admitan y abran la puerta. Ahí ya no va a estar más, porque se la cerraron. A partir de ese momento, uno es un intruso, sobre todo cuando trata de recuperar la condición anterior. «Quiero volver, porque tú me prometiste un día...». «Y bueno, mentí». El pasado es irrenunciable, pero los recuerdos son algo que uno perdió. No busque abrazos que no lo quieren. Nunca. Las despedidas se pronuncian callando.

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