"No quiero depender de ayudas y prestaciones; lo odio"

Ocho mujeres gitanas participan en un curso de manejo de carretillas elevadoras, el primero que no está pensado para hombres
Sara Díaz, segunda por la izquierda, y Raquel Díaz, segunda por la derecha, junto a sus compañeras de curso
photo_camera Sara Díaz, segunda por la izquierda, y Raquel Díaz, segunda por la derecha, junto a sus compañeras de curso

"A mí lo que me gustaría es ser profesora" —dice Sara Díaz cuando le preguntan por el trabajo de sus sueños—, "pero ya tengo un niño y lo que necesito es trabajar de lo que sea, preferiblemente de cara al público", cuenta.

Sara es una de las ocho alumnas que estos días se forman en un curso de reposición y manejo de carretillas elevadoras en una academia de la ciudad, organizada por la Fundación Secretariado Xitano. "Lo que no quiero es depender de nadie. Llevo toda mi vida trabajando, y solo hace dos años que cobro un subsidio porque mi marido y yo estamos en el paro. No quiero depender de ayudas y prestaciones; lo odio, lo llevo fatal". Por esforzarse no será, porque no deja de formarse.

El próximo curso, por ejemplo, tiene previsto matricularse en un ciclo medio de Parafarmacia. Sara desmonta desde el principio la imagen que la mayoría de la sociedad se ha construido sobre el pueblo gitano. Hace dos años se sacó el título de ESO y desde entonces trabaja como voluntaria en la Fundación Secretariado Gitano dando clases de refuerzo a los niños en edad escolar. Además, ahora participa en este curso, que le permitirá hacer prácticas de trabajo en un supermercado de la ciudad.


"¿Que qué le parece a mi marido? ¿Eso qué más da? A mí me gusta (el curso) y eso es lo que importa", cuenta Raquel Díaz


"La carretilla ya la probamos y yo fui la más atrevida, porque ya tengo experiencia conduciendo y, además, no le tengo miedo a nada", cuenta en un descanso de las clases teóricas. "¿Que qué le parece a mi marido? ¿Eso qué más da? A mí me gusta y eso es lo que importa", contesta Raquel Díaz decidida sobre su participación en el curso. Ella es otra de las mujeres que estos días se forman para trabajar manejando carretillas elevadoras a través del programa Acceder, financiado con fondos europeos. "Podemos demostrar que las mujeres sabemos hacer las cosas igual de bien o mejor que los hombres, también manejar carretillas", explica Raquel, que tiene cuatro hijos.

La mujer es consciente de la importancia que tiene la educación para el futuro, por eso se llevó un disgusto cuando su hija de 18 años dejó el instituto. "No lo apoyo, para nada". Sin embargo, la joven retomó sus estudios poco después animada por el ejemplo de su madre. "Me gusta que mis hijos vean en mí una motivación para esforzarse y no dejar los estudios a la primera de cambio", explica. Eso fue lo que le sucedió a ella cuando era joven. Aunque se sacó el graduado escolar y luego comenzó un ciclo de diseño gráfico, tuvo que dejarlo el primer año. "Mi padre necesitaba que le ayudase en la feria, luego me casé y vinieron los niños.  Aún así, siempre trabajé fuera de casa, primero en Tenerife y luego en Coren durante seis años", explica.

Raquel tuvo que dejarlo por un problema familiar y, desde entonces, no ha parado de formarse y buscar trabajo. De hecho, en dos meses se examinará para conseguir el graduado escolar y las pruebas de acceso a ciclo medio. "A mí me gusta estudiar, sobre todo por las noches, me concentro bien", explica.

Mientras Raquel estudia, sus hijos ven en su madre un modelo a imitar en el futuro. "Por eso es tan importante que las madres se impliquen, no solo por ellas, sino también por las generaciones que vienen después", explica María José Obelleiro, coordinadora de la Fundación Secretariado Xitano en Pontevedra. La organización ha conseguido formalizar 1.000 contratos a personas gitanas con dificultades para acceder a un puesto de trabajo. Pero, en cuanto a las trabas que puede suponer ser gitano a la hora de encontrar trabajo, ser mujer es una dificultad añadida.

"Las mujeres son las que asumen siempre las responsabilidades familiares, por eso tratamos de adaptar los horarios de la formación a las jornadas escolares, para que las madres aprovechen para venir mientras los niños están en el colegio", explica Obelleiro. Además de ayuda para aprobar los exámenes, el colectivo también organiza otros cursos formativos. Aún así, a veces la inserción en el mercado laboral es difícil. "Solo que muestren interés por hacerlo ya es muy positivo", termina.

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