"Me dio las llaves y me dijo que fuera a asustarle"

Las oscuras incógnitas sobre el crimen de Ponte Caldelas

La acusación particular insiste en pedir la investigación de la viuda, de quien sostiene que mintió en sus comparecencias judiciales ►Entiende que cooperó, conscientemente o no, con su amante en los hechos que propiciaron la muerte de su propio marido
Marcos Vidal, autor confeso de las puñaladas que acabaron con la vida de Manuel Ribas
photo_camera Marcos Vidal, autor confeso de las puñaladas que acabaron con la vida de Manuel Ribas

El 28 de noviembre de 2015, la comarca de Pontevedra volvía a sobresaltarse tras un nuevo crimen violento, el tercero que se producía en apenas unos meses tras el degollamiento de las niñas de Moraña (en julio) y el asesinato de Conchi Reguera en Ponte Sampaio (en octubre). Marcos Vidal, que había sido un peluquero bien conocido en la zona de A Parda, acabó con la vida de Manuel Ribas por despecho. Esa es la tesis que mantuvo desde el primer momento la Fiscalía Provincial en base a todas las pruebas recabadas en los días siguientes a los hechos, incluyendo la confesión del propio investigado.

La versión de lo sucedido aquella noche, que hasta hace unas semanas iba a ser la base para el escrito de acusación del Ministerio Público, detalla que "el investigado reconoció ser el autor de los hechos manifestando que mantenía una relación sentimental con S. desde hacía varios años y que ella le había dicho siempre que se había separado de su marido. Él desconfiaba de que eso fuese cierto y, por tal razón, el día en el que ocurrieron los hechos, decidió esperar en el rellano del piso en el que residía ella (en Ponte Caldelas) al objeto de comprobar si salía de allí Manuel (la víctima). Al verle salir se inició una pelea muy fuerte en la que utilizó una navaja".

Este informe fue emitido por el fiscal del caso, Jesús Calles, el 7 de agosto, en respuesta a la petición formal por parte del letrado de la acusación particular, Andrés Malvar, de imputar a la citada S. sobre la base "del grado de conocimiento que ella tenía de lo que iba a suceder", poniendo sobre la mesa detalles como que llamó al 112 antes de saber lo que había sucedido o que, tras conocerlo, se dirigió a Montecelo (supuestamente estaba en Pontevedra) en lugar de acudir a su casa de Ponte Caldelas.


La llamada
La viuda llamó al 112 antes de que, según las investigaciones, supiese que su amante había atacado a su marido

Juntos en Pontevedra
El asesino y la viuda del fallecido estuvieron juntos en Loureiro Crespo y Benito Corbal horas antes del brutal desenlace


Tres días después del citado informe (que complementa el auto judicial que desestima la investigación de la viuda) y a petición propia, el autor confeso de los hechos compareció una vez más en A Parda para ofrecer una versión de lo sucedido que en nada se parece a la inicial. "Me entregó las llaves de su domicilio y (me dijo) que fuera a asustarle, sin hacerle daño". El fiscal jefe, Juan Carlos Aladro, indicó tras las declaraciones un escueto "estamos en eso", dejando abiertas todas las posibilidades a partir de ahora.

Malvar señala que "la situación que indigna a mis clientes es la falta de respuesta a las cuestiones que se plantean. A las preguntas realizadas sobre cómo pudo alertar al 112 antes de ser avisada ella por teléfono, lo que permitiría analizar su supuesta participación en los hechos como posible cómplice, apenas recibe una vaga respuesta, Y, además, no se dirigió desde Pontevedra, en donde supuestamente estaba, a Ponte Caldelas. Nunca llegó a aparecer para ayudar a abrir la puerta de su casa, la Guardia Civil tuvo que entrar por una ventana e incluso se había avisado a los Bomberos mientras que ella, paradójicamente, se encaminó a Montecelo".

Nada se discute por parte de la acusación particular acerca de la autoría ni de las circunstancias del homicidio en sí, que se produjo a puñalada limpia en la citada vivienda, y tampoco se opone esa parte al móvil pasional, aparentemente incuestionable. Pero sí que invita a la reflexión sobre la tesis de la familia de la víctima lo que se extrae del vaciado de los teléfonos móviles de todos los actores en el mismo instante en el que se desarrollaban los hechos. "Están atacando a una persona. Está atacando un chico a mi marido", dijo S. al 112 antes de tener constancia fehaciente de lo sucedido (la tuvo a través de una fotografía de Manuel, ya apuñalado, que le envió su amante dos minutos después).

Otro testimonio que genera incógnitas es el que efectuó el acusado en un primer momento ante la Guardia Civil. "Encontrei ao ex-marido da miña moza, con ela, na casa". S. defendió siempre que estaba "en Pontevedra, trabajando" (era enfermera en el hospital), y el propio Marcos cambió posteriormente su versión para indicar que ella no se encontraba en la vivienda cuando llegó él.

Otro dato contrastado es que el día anterior al crimen (que se produjo, según los datos que afloran de la investigación, a primera hora de la mañana) Marcos (el asesino) y S. (la viuda) estuvieron juntos en Pontevedra. Testigos presenciales señalan que les vieron en una céntrica cafetería (en la actual Praza do Hospital), y otros les sitúan en Benito Corbal, en una clínica dental.

La jueza y la Fiscalía tienen, en todo caso, que atar todos los cabos antes de abrir una investigación contra una tercera persona, pues el Código Penal es muy severo con quienes tienen algo que ver con la inducción de la comisión de un hecho delictivo, especialmente si las consecuencias son peores que las previstas. La pena podría ser la misma que la del asesino.

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