Pablo Gómez: "Lo he perdido todo, estoy literalmente sin nada"

El joven que quedó sin su vivienda fue realojado en la casa de A Quintán
Pablo y Alejandra en la que era la entrada de la vivienda que fue pasto de las llamas el domingo, antes de ser realojados en A Quintán
photo_camera Pablo y Alejandra en la que era la entrada de la vivienda que fue pasto de las llamas el domingo, antes de ser realojados en A Quintán

Aunque en Ponte Caldelas el sentimiento general es el de que, poco a poco, los afectados podrán ir reconstruyendo sus vidas, en algunos casos, la solución para los problemas ocasionados por los incendios parece estar muy lejos.

Uno de los mayores afectados es Pablo Gómez Rivera, un vecino de A Insua que vivía con su novia en una casa hecha mediante la técnica de combinar alpacas de heno con adobe y que desapareció entre las llamas.

"Nos salvamos por puro milagro. Un amigo salió afuera antes de las 21.30 horas y vio el resplandor de las llamas. Cogí el coche para subir un poco y verlo con perspectiva y solo tuve tiempo de volver y decirle a Alejandra, mi novia, "coge lo que puedas, que nos vamos"".


Pablo recuerda que siempre llevó un modo de vida alternativo en A Insua y esto no le granjeó precisamente amigos


Pablo no pudo salvar su casa en medio del caos brutal que vivió A Insua en ese momento, pero aún pudo ayudar a alertar a algunos vecinos, como Fran, un fontanero que estaba durmiendo y se vio con las llamas en la puerta de la vivienda. "Nadie nos vino a avisar ni a mí, ni a Harry y Elena, ni a muchas casas. Nadie nos echó una mano. Fue apocalíptico", apuntó Pablo, que salvó la vida, pero solo le queda eso.

"Lo he perdido todo, estoy literalmente sin nada. Me ardió el móvil, el material con el que hacía artesanía, no puedo hacer nada para vender ni tener ingresos, no tengo ni cepillo de dientes...", lamenta. Al carecer Ponte Caldelas de hoteles abiertos, a Pablo le gestionaron una habitación en una pensión de Pontevedra "y un sitio donde desayunar y comer. Pero no puedo seguir así, no estoy en Caldelas y allí nadie me ayuda. Hasta me dicen que la Xunta no me aportará fondos por no tener la licencia de la casa. Estoy desesperado", sostiene.

Pablo recuerda que siempre llevó un modo de vida alternativo en A Insua y esto no le granjeó precisamente amigos. "Tuve disputas con la comunidad de montes y con la de aguas. No me quisieron dar el abastecimiento. Siempre denuncié que había vertidos y que los eucaliptos estaban muy cerca y eso no gustó", lamenta, "pero estoy cansado de quedarme tirado. Si no me ayudan esta vez, me encadenaré a la casa".

CASA DE A QUINTÁN. Al cierre de la edición impresa de Diario de Pontevedra el alcalde anunció que Pablo y Alejandra podrán permanecer temporalmente en la Casa de A Quintán, el inmueble que la Xunta mantenía sin uso en este municipio.

La casa cuenta con varias habitaciones, electrodomésticos y una gran sala y el alcalde agradeció encarecidamente en nombre del Gobierno local la actuación de la Consellería de Politica Social.

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