'Pallasos en rebeldía' despliega acrobacias y denuncias en Palestina

El espectáculo pretende mezclar la diversión de un evento circense y confrontar la realidad "desde otro lugar"
Pallasos en Rebeldía durante una actuación en Birzeit, Cisjordania
photo_camera Pallasos en Rebeldía durante una actuación en Birzeit, Cisjordania

El colectivo gallego 'Pallasos en rebeldía' no solo quiere arrancar carcajadas o emociones en los espectáculos con los que recorre Palestina y otros países, sino que pretende ir un paso más allá con su arte circense, que concibe como "la única manera de luchar contra la injusticia".

Una pequeña carpa levantada por la Escuela de Circo de Birzeit, a diez minutos de la ciudad cisjordana de Ramala, acoge el Festiclown, un festival circense itinerante autodenominado "el primero del mundo árabe" organizado por 'Pallasos en Rebeldía' y que estos días desata sonrisas y aplausos.


En Cisjordania, se extenderá durante ocho días con actuaciones en campos de refugiados y escuelas, entre otros espacios

Una sucesión de acrobacias sobre, y bajo el trapecio, deja a los asistentes boquiabiertos, absortos por los movimientos y música en apoyo al pueblo palestino que se escucha durante la actuación.

Esta concluye con el derribo de un muro de cartón de color gris —como símbolo del construido por Israel en Cisjordania— lo que provoca lágrimas en algunos, rápidamente sustituidas por una ovación que acompaña al despliegue de una bandera palestina.

"El payaso, el circo, es un lugar de confianza, de luz, desde el que podemos confrontar la realidad desde otro lugar", cuenta ante un pequeño grupo de medios de comunicación Iván Prado, el director de 'Pallasos en Rebeldía'.

Este director de clown, actor, nómada y elocuente conversador es reincidente en esta tierra, a la que ha viajado en numerosas ocasiones desde 2003 y en la que este año se celebra la cuarta edición de un festival que también ha pasado por México, Brasil, los campos de refugiados saharauis o el de Idomeni, en Grecia.

En Cisjordania, se extenderá durante ocho días con actuaciones en campos de refugiados y escuelas, entre otros espacios, junto a la compañía madrileña Kambahiota, el Circo brasileño No Ato, la fundación colombiana Tcyminigagua, los chilenos Academia de Tontos y una delegación de jóvenes de Rivas Vaciamadrid que realiza talleres con actividades pedagógicas y lúdicas.

Les respalda la Escuela de Circo de Birzeit, alabada por Prado porque considera que en un contexto donde la ocupación israelí se prolonga durante décadas "que alguien se dedique a hacer reír o a hacer soñar a través del arte del circo, que por definición trabaja la utopía y la esperanza" abre un "espacio de consciencia: poder incluir el arte en esta realidad".

EL CIRCO. Shadi Zmorrod, el director de esta iniciativa que ya cumple once años, explica que el circo en Palestina abarca muchos ámbitos.

"No somos políticos, somos artistas, pero no podemos separar el arte y el circo de la política" dice y argumenta que aquí, "desde el momento en que abres los ojos, confrontas una realidad de puestos de control militares, el muro, etc".

"Necesitamos descargar esa tensión, la violencia, y el circo es una manera para hacerlo, de transformar la energía negativa en positiva", opina Zmorrod, que también valora este arte como fuente de esperanza para los niños, "para que no quieran ser mártires", y vía para llevar al exterior, con sus números, "historias diarias, la vida diaria" de los palestinos.

El resultado de su trabajo son funciones como "Café en la Ciudad", la última de la academia que es presentada entre la petición de Zmorrod de "libertad para todos los prisioneros palestinos".

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