Podemos quiere pillar de nuevo la ola buena

Si nos atenemos a esos pronósticos, parece que ya no pelean por el oro, aunque recuerdan que si fuera por los sondeos ni Carmena ni Colau serían alcaldesas. En su trayectoria a la centralidad, ya no hablan de renta mínima universal ni de impago de la deuda. Y han hecho 'fichajes' de sectores históricamente tradicionales
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, antes de comparecer ante los medios de comunicación en la sede del partido, en Madrid
photo_camera El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, antes de comparecer ante los medios de comunicación en la sede del partido, en Madrid

Dicho de un equipo o de un deportista, remontar, según la Real Academia Española, es superar un resultado adverso o ganar posiciones en una clasificación. La "remontada" es el objetivo de Podemos para el 20D que –dicen– es el hito para el que nacieron.

Para ello afrontan esta campaña electoral con el lema "Un país contigo" y el ánimo de dejarse la piel, aunque la posición de salida no les sea favorable.

En enero las encuestas daban a Podemos con sólo un año de vida entre un 27 y un 28 por ciento de los votos, sondeos que hoy le restan al partido de Pablo Iglesias casi diez puntos, situándole en cuarta posición detrás de PP, PSOE y Ciudadanos.

Si nos atenemos a esos pronósticos, parece Podemos ya no pelea por el oro, sino por el bronce, aunque ellos recuerdan que si fuera por los sondeos ni Ada Colau sería alcaldesa de Barcelona ni Manuela Carmena de Madrid.

Podemos se crece en las campañas, pero nada apunta a que eso no les ocurra también a sus adversarios, teniendo en cuenta además las grandes maquinarias electorales que PP y PSOE ponen a rodar.

Con ellos compiten con una campaña austera, financiada sin ayuda de los bancos y con las aportaciones de "la gente", y ese es el "músculo" del que presumen.

La formación morada se jacta además de haber conseguido ya cambiar el país y situado al bipartidismo en la cuerda floja, y defiende que puede lograr que el cambio llegue al Parlamento y al Gobierno seduciendo a los indecisos que aún no se han sumado al recorrido.

En su contra tiene que ya no es el único que promete el cambio que reclamaban muchos españoles en plena ebullición del 15M, cuando gritaban en las plazas: "No nos representan".

Podemos se declara heredero de ese movimiento, si bien ahora se ha cruzado en su carrera Ciudadanos con Albert Rivera, que puede resultar tan carismático como Iglesias y no sólo ha sabido aprovechar muy bien el terreno abonado, sino que además puede haber captado ya a parte del electorado de centro más temeroso de discursos radicales.

La centralidad por la que pelea Podemos es, sin embargo, distinta. Nada que ver con el tradicional eje izquierda-derecha del que huyen para unir a todos los buscan recuperar las instituciones con independencia de carnés políticos.

Algunos ven en ello una renuncia de una formación que nació como movimiento "participativo abierto a toda la ciudadanía" con gran protagonismo de los círculos de los que hoy casi no se habla y que se ha convertido en un partido al uso con una estructura jerárquica y un fuerte 'aparato' que controla la mayoría de las decisiones.

Una dirección que tendrá que sopesar también si finalmente ha sido un error no querer ser una "tabla de salvación" para IU.

FICHAJES 'TRADICIONALES'. En esa trayectoria a la centralidad, que ha sustituido la renta mínima universal y el impago de la deuda que prometían en las europeas de 2014 por una renta garantizada y una auditoría de la deuda, Podemos ha sorprendido en sus listas con 'fichajes' de sectores históricamente tradicionales.

Sin concurrir a unas primarias, en las que no ha faltado cierto revuelo interno, ha incluido en su candidatura a todo un exJefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Julio Rodríguez; y a jueces como Victoria Rosell –exportavoz de Jueces para la Democracia– y Juan Pedro Yllanes –que ha renunciado a juzgar el caso Nòos para entrar en política–.

En esa trayectoria a la centralidad, Podemos ha sorprendido en sus listas con 'fichajes' de sectores históricamente tradicionales.



Otra de sus jugadas son las alianzas en Cataluña, Valencia y Galicia, donde concurren en confluencia con fuerzas como Barcelona en Comú, Compromis o las mareas gallegas, buscando el éxito de las candidaturas populares en las elecciones municipales. Con ello quieren dar valor a otra de las señas de identidad de Podemos, el reconocimiento de una España plurinacional y diversa.

REFERÉNDUM EN CATALUÑA. Tras aguantar reproches por su ambigüedad en el debate independentista, ahora Podemos exhibe su compromiso de convocar un referéndum en Cataluña, donde no puede presumir de haber logrado un buen resultado en las últimas autonómicas.

El derecho a decidir es una de las cinco garantías constitucionales, que no promesas electorales -insisten-, de su programa junto con el blindaje constitucional de los derechos sociales, la independencia de la Justicia, la lucha contra la corrupción y un nuevo sistema electoral más proporcional.

Tampoco habla ya del proceso constituyente por el que abogaba Iglesias cuando hace un año fue proclamado secretario general y reclamaba "asaltar los cielos".

Ahora su apuesta es una reforma constitucional porque en democracia las instituciones se asaltan "llamando al timbre", dice el líder de Podemos, que duda de que haya una mayoría social que quiera una nueva Constitución.

Es posible que esta campaña electoral cuente además con elementos distorsionadores y ahí, además del debate independentista, se ha colado esta vez la amenaza yihadista, asunto en el que Podemos ha querido dar imagen de responsabilidad de Estado pese a no haber estampado su firma en el pacto contra el terrorismo al que se han sumado la mayoría de los partidos.

Con todo, mucho ha llovido desde aquel Podemos que llevaba la cara de Iglesias en sus papeletas para las europeas, pero sigue defendiendo que David puede vencer a Goliath, aunque su victoria puede que ya no sea sólo ganar sino convencer de que el 20D no estamos ante unos comicios corrientes, sino que abrirán la puerta al país de la próxima década.

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