Podredumbre

Ahora vamos siendo conscientes de que Bárcenas se nos corrompió –supuestamente-de tanto usarlo, ya que el poder es un lastre para los corazones que no saben admitirlo como un don y no como una oportunidad para alimentar el propio ego. Con los ERES de Andalucía el asunto ya se muestra demasiado indecoroso para el gusto de los espectadores más pacientes porque, aunque vivamos en la época del desvalijamiento sin pasamontañas, nunca está de más sustraer con cierto decoro y sin que perjudique a un gremio tan apaleado como es el de los parados. Y es que la corrupción es un mal que ostenta distintos disfraces y que es inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública. Creo que iremos saliendo de esta crisis cuando todos y cada uno de los partidos políticos vayan de la mano para conseguir transparencia a la hora de luchar contra la descomposición moral y ética que habita dentro y fuera de ellos. Las fisuras y las divisiones para alcanzar este fin sólo nos pueden traer más años de angustias, de desequilibrios sociales y mentales. Los partidos políticos de este país deben comenzar a limpiar sus filas de toda persona que no esté en política por el único propósito de servir al ciudadano; se deben depurar responsabilidades desde dentro, para que podamos comenzar a tener confianza en la clase política desde fuera. Esto que aconsejo es algo que la ciudadanía tendría muy en cuenta a la hora de volver a valorar positivamente a las instituciones que les representan, y así fortalecer una democracia que ahora, y sobre todo a consecuencia de los movimientos falsarios de unos pocos, se ve en entredicho y con fisuras. Se exige al ciudadano una labor constante de austeridad, y el ciudadano está en su pleno derecho de exigir lo mismo a los políticos. Transparencia, unión y solidaridad son los principios básicos de cualquier partido político que se precie, que desee comenzar a caminar hacia la modernidad de un Estado que, hoy más que nunca, requiere actos ecuánimes. El caso Bárcenas es uno entre muchos y también es la evidencia de que en el pasado algo falló y repercute en nuestros días, sin embargo, lo de los ERES ya no tiene nombre, y tal vez se convierta en el mayor caso –conocido- de corrupción en España. En la mano de nuestros líderes está que esto deje de ser una constancia. No se puede pensar que todo está corrompido, sino el ciudadano lo dará todo por perdido y estará –quizás- en su derecho de corromperse también. Ya que si no peleamos contra la corrupción y la podredumbre, acabaremos formando parte de ella.

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