Prisión sin fianza para los dos jóvenes acusados del crimen del embalse

La titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Caldas de Reis dictó un auto en el que ordena la prisión sin fianza para los dos acusados de homicidio doloso por la muerte del morañés Enrique Monteagudo Caldas, ocurrida el 23 de julio de 2010 en Troáns (Cuntis), junto a la cola del embalse del Umia. Adrián Ferro Couto, de 21 años, natural de esa misma parroquia; y Borja C.S., de 23 y vecino de A Estrada, fueron trasladados a la prisión de A Lama después de que la jueza hiciese pública su decisión, largas horas después de que comenzasen las declaraciones de ambos. Esa fue, además, la petición realizada por la fiscal.

La decisión supuso un alivio y satisfacción para la familia de la víctima, que permaneció todo el día a las puertas del juzgado, aunque el abogado defensor del estradense -el último detenido, en la tarde del martes y con el que se cerró la operación-, Benjamín Fernández-Novoa Valladares, ya anunció que presentará un recurso contra el auto, ya que entiende que su cliente no tiene nada que ver con el suceso.

Aunque el caso se encuentra todavía bajo secreto de sumario, ha trascendido que Adrián le echó toda la culpa a Borja, pero ''él lo niega en todo momento, dice que no conoce a la víctima y que no lo vio en su vida. Creemos que Borja no fue'', sostiene su letrado.

Valladares solicitó un careo entre ambos acusados, pero la jueza lo desestimó alegando que no era el momento adecuado. Se trataría de una posibilidad avalada por la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ya que la prueba directa contra el estradense, subraya su abogado, es la acusación del joven de Troáns. ''Es una acusación muy grave contra mi cliente. Adrián declaró cuatro horas y media ante la Guardia Civil y dos horas y media en el Juzgado y las dos veces dijo que él agarró a la víctima y que Borja lo apuñaló, pero él no conocía de nada al fallecido''.

Asimismo, mientras Adrián Ferro y los otros dos jóvenes imputados por encubrimiento que fueron puestos en libertad ''por razones de la investigación'', E.S.C., y R.M.R., eran amigos de siempre, la relación entre ambos acusados no era tal. ''Se conocían, pero no eran amigos''.

Tensa espera

Sobre las 10.30 horas, justo antes de que llegasen los dos furgones policiales que traían a los acusados, se personaron a las puertas del juzgado los familiares de Enrique Monteagudo: su madre, su hermana, su cuñado y algunos allegados más. A su lado y durante toda la mañana llegaron a sumarse hasta 40 personas, mayores y pequeños, con distinto grado de acercamiento a la situación, desde los simples curiosos a conocidos de la víctima y acusados. ''É incrible, eu non o creo, crieime con eles...'' decía una vecina de Troáns que acabó llorando con el desenlace.

Puertas adentro permanecían -y así lo hicieron hasta el último momento- el hermano mayor de Adrián, su novia y una prima.

Los familiares de la víctima no quisieron hacer declaraciones más allá de ''agradecer o labor das forzas de seguridade'', aunque durante la jornada fueron bien explícitos en su actitud frente a los imputados. A las 12.00 salió Adrián del furgón, esposado y cubriéndose la cabeza con una capucha que no pudo evitar la lluvia de insultos. ''Asasino! Chorar vas chorar de aquí para adiante!'', ''Me cago na nai que o pariu, desgraciado!''. ''Todo o que nós choramos teno que chorar el''.

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