Protección en casa

Un hogar
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Según datos proporcionados por el Ministerio del Interior, la cifra de robos con domicilio ha aumentado en los últimos años. En 2018 se cometieron más de 40000 infracciones penales de este tipo delictivo y este año se ha superado el número de 37000, una cantidad considerablemente alta si se compara con los menos de 34000 que se registraron en 2014, 2015 y 2016. Tener contratadas unas óptimas alarmas hogar, como puede observarse, se ha convertido en una cuestión de suma importancia.

¿Qué es una alarma para casa?

Es un sistema de seguridad que se encarga de monitorizar una vivienda, con la intención principal de protegerla de casos de robo, hurto, allanamiento y ocupación. En la mayoría de supuestos, su correcto funcionamiento se produce gracias a la armoniosa interacción de una serie de componentes básicos, que son el panel de control, es el centro neurálgico de la alarma, pues se encarga de reunir toda la información que recogen los sensores y detectores y enviarla a la Central Receptora de Alarmas en el menor tiempo posible. Dependiendo de la empresa de seguridad, contará con más o menos funcionalidades. Se recomienda su instalación en un lugar escondido para dificultar su destrucción, sensores de movimiento, detectan movimiento en cualquier condición de luminosidad. Existe una gran variedad, desde los más básicos, los PIR o sensores ciegos, a los detectores de cortina o los famosos detectores de movimiento con cámara incorporada, mando a distancia, permite conectar y desconectar la alarma fácilmente desde dentro o fuera de la vivienda, cartel informativo o método disuasorio, se coloca en la fachada de la vivienda a modo de información, lo que permite ahuyentar a los ladrones.

¿Qué tipos de alarmas para domicilio existen?

Existen numerosos criterios a la hora de encuadrar un sistema de alarma concreto en una clasificación u otra, ya sea en función de sus características físicas o de las condiciones de pago que para su contratación se ofrezcan.

Alarmas inalámbricas y cableadas

Un criterio muy utilizado es el que distingue entre tipologías inalámbricas y cableadas. En el primer caso, el panel de control y los detectores de la alarma se comunican mediante señales de radio, logrando su correcto funcionamiento gracias a unas baterías de larga duración que les permite no tener que depender de la corriente eléctrica; entre sus ventajas, pueden citarse una instalación rápida, suele ocupar una duración de dos horas, que puede realizarse sin necesidad de incómodas obras, un acabado discreto y una mayor adaptabilidad para acoplar sensores y detectores.
En las cableadas, por el contrario, el panel de control y los detectores de la alarma se comunican mediante cables, que permitirán un adecuado funcionamiento mediante el suministro de corriente eléctrica. Esta modalidad también tiene algunas ventajas que ofrecer, sobresaliendo entre ellas una mayor resistencia a la inhibición, pero, a diferencia de la inalámbrica, necesita que la propiedad en la que se produce su instalación esté dotada de una estructura concreta que posibilite que los cables de la alarma no queden visibles, su implantación sí requiere la realización de obras aunque, todo sea dicho, estas suelen terminarse en un día laboral y suele ofrecer menos opciones para incorporar sensores y detectores, una serie de razones que han provocado un descenso progresivo de su demanda a favor de sus competidoras inalámbricas, que, además, en la gran mayoría de los casos, suponen un coste económico más asequible para el bolsillo del ciudadano medio.

Con cuotas o sin cuotas

Otro patrón de clasificación, no menos importante, es el que distingue entre alarmas sujetas o no a la existencia de cuotas. Así pues, si se ha escogido un modelo sin cuotas, se incluirá en la instalación el pertinente panel de control, junto con numerosos detectores e, incluso, videovigilancia, sin embargo, no se estará conectado a la CRA, sino, de forma directa, al propietario, que, en caso de emergencia, será el encargado de verificar si se trata de un caso de allanamiento y de avisar a la Policía. La instalación se lleva a cabo sin la supervisión de un especialista, corre a cargo del propietario y la alarma no queda sujeta a un mantenimiento periódico. Razones que han hecho que los expertos suelen considerar esta variante un sistema disuasorio antes que un sistema de seguridad. Su principal beneficio es que supone un menor desembolso económico solo se paga por el equipo de alarma y no se está sujeto al abono de una cuota mensual.

La alarma con cuotas ofrece más servicios, que se adaptan, de forma profesional, a la situación de seguridad de cada vivienda, pues se encuentra conectada a una Central Receptora de Alarmas, que verifica los saltos de alarma y, en caso de peligro real, avisar a la Policía. Asimismo, es instalada por un experto en seguridad homologado y se encuentra sujeta a un mantenimiento periódico.

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