Redeaxuda atrae a más de un centenar de pontevedreses al Parque de Bomberos

PONTEVEDRA. Más de un centenar de personas visitaron hoy el Parque de Bomberos de Pontevedra, que abrió sus puertas al público desde primera hora de la mañana con fines solidarios. El Servizo de Extinción de Incendios celebró una jornada benéfica en la que se permitió a todos los interesados conocer sus instalaciones y sus rutinas de trabajo a cambio de la donación de un juguete.

Los artículos recogidos serán distribuidos por la iniciativa Redeaxuda entre distintas familias de Pontevedra.

Escenarios

A pesar de que la jornada de puertas abiertas comenzó a las 09.30, el público comenzó a llegar alrededor de las 11.30 horas. A partir de este momento, con el sol calentando cada vez más, decenas de personas se acercaron al parque, que recibió visitas hasta la hora de comer.

Protección Civil fue el colectivo responsable de recibir a los donantes de juguetes en la zona de estacionamiento que la Guardia Civil cedió en los alrededores del lugar para la ocasión. Después, un miembro del Servizo de Extinción recibía a los visitantes (familias con niños pequeños) y los trasladaba al primer punto del recorrido: el lugar donde descansan los vehículos de primera intervención (principalmente de extinción de incendios y de rescates).

Después, los visitantes conocieron de cerca en qué consiste un operativo de excarcelación. Los Bomberos trasladaron al lugar un par de coches para explicar cómo se actúa en un accidente de tráfico. «Contamos a los niños cómo se retira una puerta, cómo se abate el techo o cómo se eleva el vehículo para rescatar a las personas que están en el interior», comentaba Vicente Ferrería, sargento del Parque de Bomberos.

En tercer lugar, los niños, por fin, pudieron sostener una manguera. En un vehículo nodriza, se explicó a los visitantes el manejo de las lanzas de agua según la distancia a la que se encuentre el fuego y los pequeños pudieron coger las mangueras. «Les explicamos que el modo cortina sirve para protegernos del calor cuando, por ejemplo, hay que cerrar una fuga de gas, y que el modo chorro sirve para apagar fuegos que estén a 15 o 20 metros», indicó también Ferrería.

Al final de todas estas clases ‘teóricas’, los asistentes subieron a uno de los vehículos de salida y dieron un par de vueltas al parque, con las sirenas sonando durante unos segundos. Algunos pequeños como Diego, de dos años, estaban emocionados. Tal vez porque su deseo, a tan corta edad, es ser piloto, y esperaba nervioso a que llegase su turno en la cola para subir al coche de los Bomberos.

Ainara, en cambió, rehusó la opción de entrar en el vehículo. «Me da miedo», decía. Además, la pequeña, natural de Bilbao y que estaba en Pontevedra para visitar a familiares, no quería bajarse de los brazos de la madre. «No me gustan los bomberos», protestaba simpática. Ella llevó al parque cinco juguetes y Diego dos. «Están siendo visitas muy generosas», indicaba Ferrería con ilusión.

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