Reposo en una caja de galletas

Las lágrimas de emoción que la estradense Noni Araújo no pudo reprimir este martes recordando los acontecimientos de aquel final de 1986 son buen reflejo de los sentimientos vividos y de los deseos cumplidos, los de la esposa del escritor Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, Virginia Pereira, a quien la muerte separó de su amado y de su hijo, Alfonso Jesús. ''Todos los años iba a visitar a sus cuñadas a Rianxo y a su ‘pibe’ a Vigo. Siempre comentaba, de forma distendida, sin lamentarse nunca, pues su dignidad se lo impedía: ''mi Daniel en Buenos Aires, mi pibe en Vigo y yo, sólo lo sabe Dios...'' Nos hizo partícipe en muchas ocasiones del deseo de descansar con ellos en A Estrada'', relató Araújo, quien compartió veranos en la villa con la esposa del intelectual, que se hospedaba en la casa de una cuñada.

Ese anhelo de Virginia dejó ''una profunda huella'' en la que durante años fue presidenta de la Asociación de Amas de Casa de A Estrada, y sirvió de impulso para iniciar los trámites del traslado de los cuerpos. En aquel 1986, Castelao ya descansaba en el Panteón de Galegos Ilustres, a donde fue llevado desde el cementerio de La Chacarita, en Buenos Aires. Desde la Asociación, y apoyada por el colectivo Fillos e Amigos de A Estrada y por el Ayuntamiento, Noni Araújo y un grupo de amigos empieza a gestionar el traslado del niño desde Vigo.

CUERPO DIVIDIDO

La tarde del 16 de octubre del ‘86 Araújo y las también estradenses Pepa Varela, Gloria Barreiro, Angelines González y Amparo Vila se desplazaron a Vigo para traer los restos de Alfonso Jesús, después de conseguir los permisos pertinentes y ante los quehaceres del jefe de la Policía Local estradense, que elude el viaje. Allí, el sepulturero, descubiertos los restos, preguntó la edad del niño y se sorprende cuando le aseguran que tenía 14 años y que murió de neumonía (más tarde se aclaró que fue de peritonitis). ''Habrá muerto de una descalificación ósea'', replicó el enterrador. En ese momento, cobra fuerza la aseveración de José Lauroba (José del restaurante estradense Galaxia’), quien les había asegurado tiempo antes que parte del niño estaba en A Estrada.Y así era.

Al día siguiente, se produce también el traslado de los restos mortales de Virginia desde el cementerio madrileño de La Almudena hasta A Estrada, portados en coche formando una comitiva fúnebre municipal con el regidor a la cabeza. Por la tarde se exhuma también la otra parte del cuerpo de su hijo. Del nicho se extrajo una caja de gallegas de María con los restos óseos que, el por aquel entonces alcalde y médico Reimóndez Portela, certificó su concordancia con los traídos de Vigo.

En las humildes urnas había más que restos. Guardaban una virgen de sobremesa de Guadalupe, un clavillo de plata con una corona de espinas llena de medallas y las borlas de la Primera Comunión.

ANHELADA UNIÓN

El 18 de octubre por la tarde Viginia y su hijo se reencuentran. ''Juntos para la eternidad porque ambos cuerpos pudieron ser velados en la Casa Consistorial hasta el día siguiente, que se celebró el entierro en el panteón municipal. El sueño de Virgina se había cumplido'', relató ayer, satisfecha, Araújo, quien cada 1 de noviembre lleva flores a su panteón.

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