Resurrección

La historia del cristianismo esta repleta de casos de resurrecciones, si bien solamente se celebra una, la de Jesús, cuya singularidad viene eclipsando a todas las demás. Pero ya que usted se levanta hoy dispuesto a conmemorar el milagroso hecho no está de más que dedique unos pocos minutos al resto de los resucitados. 
Para no irnos demasiado lejos, diremos que en Pontevedra y sus alrededores tenemos documentados dos casos seguros; otros dos probables, uno de ellos colectivo, y un quinto caso profetizado. 
El primero de ellos es el de un niño que volvió a la vida por intermediación de la Virgen de la Armenteira. Viene recogido en las Cantigas de Santa María. Las cantigas refieren unos diez casos, varios de los cuales relatan resurrecciones de niños, generalmente metidos en el horno por sus padres judíos. O bien los judíos eran de meter a sus bebés en el horno, o bien los cristianos eran antisemitas. No seré yo, querido amigo de la nave del misterio, quien le diga a usted lo que tiene que creer. 
Otro caso fue el de un ciudadano de Pontevedra “cuyo nombre se ignora”. Aquejado de una fuerte enfermedad, el individuo falleció, pero “la mujer del difunto, afligida sumamente por tal desgracia, acudió a implorar con singular afecto y ternura”. La Virgen atendió a sus ruegos y así, el buen hombre “a vista de los presentes, resucitó con admiración y pasmo de todos y quedó bueno y sano, pudiendo ir al templo”. Esto viene relatado en un libro titulado ‘Compendio histórico en que se da noticia de las milagrosas y devotas imágenes de la reina de cielos y tierra, María Santísima’. Su autor, el reverendísimo padre Juan de Villafañe. La obra fue publicada en 1740, pero el suceso que refiere es muy anterior, aunque no se precisa la fecha.
Hasta aquí los dos casos en los que se refiere una resurrección. Luego hay otros dos que anuncié como probables: el primero de ellos lo copio tal cual de mi libro ‘La loca historia de Pontevedra’, una obra despreciable como todas las mías: 
“Lo cuenta el Padre Feijóo, que en 1979 publicó sus ‘Cartas eruditas y curiosas’. La Carta Octava, se titula: ‘Sobre los que son enterrados vivos’, y comienza así: ‘Con ocasión de haber enterrado, por error, a un hombre vivo en la Villa de Pontevedra, Reino de Galicia, se dan algunas luces importantes para evitar en adelante tan funestos errores’. 
Luego, el Padre Feijóo entra en detalles: el tío, un escribano cuyo nombre no menciona, sufrió un lamentable accidente cuyos pormenores tampoco son descritos. Simplemente, el escribano ‘dio consigo en tierra, privado de sentido, y movimiento’. El médico que lo atendió certificó su muerte y apenas pasadas catorce horas desde el fatal suceso, enterraron al pobre escribano. Al día siguiente, alguien se dio cuenta de que ‘la lápida que le cubría estaba levantada tres o cuatro dedos sobre el nivel del pavimento’. 
Abierto el sepulcro para ver qué había sucedido, encontraron al pobre escribano en una posición diferente a aquella en la que lo habían dejado, con un hombro ‘puesto en amago de forcexar’, lo que evidenciaba que el buen hombre había despertado y había intentado salir de su inopinado encierro, seguramente con idea de pedir amablemente explicaciones al médico que lo había dado por muerto, así como a la madre del médico”. 
Cierto que el Padre Feijóo no habla en ningún momento de resurrección, pero Feijóo no estaba delante. 
Otro caso nos llega de la mano del gran Prudencio Landín, quien nos cuenta que durante la peste que en 1854 diezmó a la población de Pontevedra, las prisas por enterrar a los muertos eran tales que se rumoreaba que algunos de ellos salían de sus tumbas y se paseaban por Pontevedra como si tal cosa. Tampoco Landín habla de casos de resurrección, pero lo hago yo, pues a fecha de hoy no se puede comprobar si eran vivos enterrados prematuramente, o muertos resucitados. 
Así que cuando salga usted hoy a la calle, lo haga vestido de nazareno o lo haga de paisano para gozar del espectáculo o para sobrecogerse con él, no olvide a estos otros resucitados, pues algunos de ellos también murieron por usted. Dejamos para el final un último caso, el de la resurrección que todavía no hemos visto, pero que algunos dicen que veremos, el caso profetizado. Hay quien anuncia la próxima resurrección de Telmo Martín (q.e.p.d), y no me extrañaría en absoluto, pues como usted sabe ese hombre es capaz de cualquier cosa, hasta de volver del más allá.

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